Es Nochebuena, y creo que es la primera vez que paso una noche buena tan diferente. Normalmente con papá compramos el pavo y solo preparamos un arroz para acompañar mientras vemos alguna película, pero hoy no ha sido nada parecido.
Hemos pasado toda la tarde metidas las tres en la cocina, con mi abuela enseñándonos hasta cómo coger el cuchillo correctamente para cortar las verduras. Cili y yo nos reímos las primeras veces cuando mi abuela volteaba la cabeza y nos veía luchando con la forma en la que debíamos cogerlos.
—Muy bien, ya esto estará listo en unos minutos. Iré por el vino para terminar de darle el sabor —avisa y sale de la cocina, limpiándose las manos en el delantal. Cili y yo suspiramos al mismo tiempo.
—No siento las manos —se queja. Río con ganas cuando las alzas y tiene todas las palmas rojas.
—Tú quisiste venir —le recuerdo. Bufa, pero luego ríe.
—Hola —susurra una nueva voz, asomándose en la cocina. Sonrío de oreja a oreja al ver a Masón porque en todo el día solo lo vi en el desayuno. Después se fue con el abuelo no sé a dónde.
—Hola, tío Masón —saludo con voz coqueta. Ríe, viendo fuera de la cocina para después entrar.
—Sí, sí, yo vigilo —dice Cili con complicidad y se baja del taburete para pararse en la cocina. Río en los labios de Masón cuando me toma el rostro con ambas manos.
—Buenos días, bombón —susurra antes de besarme duro, muy duro.
Gimo contra su boca al tirar de mi labio hacia él. Clavo mis uñas en su cuello y él gruñe.
—Dime que ya no te duele, por favor —suplica, haciéndome reír bajito. Niego con la cabeza y él sonríe—. Qué bueno, porque te pedí de regalo de navidad —confiesa. Río más alto.
—Ahí viene! —susurra Dulce, corriendo de regreso a la mesa. Masón camina hasta el refrigerador y lo abre justo cuando mi abuela entra.
—Qué bueno que ya llegaste, hijo. Estate pendiente de esto mientras las niñas suben a arreglarse —le pide mi abuela, señalando lo que tiene en la estufa. Masón enseguida me mira y noto en sus ojos la decepción. Río sin poder evitarlo y me levanto.
—Ni modo, tío, te toca —me burlo, tomando a Cili de la mano y saliendo de la cocina con el sonido de un bufido suyo de fondo.
—Eres mala —dice Cili, riendo cuando subimos las escaleras para ir a nuestra habitación. Río bajito.
Nosotras estamos usando la habitación de mi padre porque la casa solo cuenta con tres, la de mis abuelos, la de mi padre y la del tío Masón. Por supuesto que he dormido estas cuatro noches con Cili. En realidad, no he podido tener un momento con él porque hemos salido a todos lados con los abuelos y en las noches, pues, duermo con Cili.
Eso ha sido elección mía. Todavía me dolía y estar con él en la misma cama iba a ser difícil para controlarnos. Pero desde anoche no me duele y por eso queda perfecto que hoy sea nochebuena. Justo el regalo que Masón quiere, yo se lo tengo.
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La Reputa-ción de Dulce
RomantiekLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...