No sé lo que pase mañana en la universidad. No sé cómo termine esta noche. No sé si voy a usar, de nuevo, mi balita rosa en su honor o, si por el contrario, no hará falta porque va a, por fin, follarme.
No sé nada de eso. Tengo muchas preguntas y otras más que se van formulando en mi mente mientras que me mira fijamente, con una mano acariciando sus labios, la otra moviendo circularmente el vaso de whisky.
Contengo el aliento al subir un poco en el tubo, enrollando mis piernas en él y lanzándome hacia atrás, soltando una sola de mis manos para extenderla. Cambia su porte automáticamente, dejando de estar recostado en su puesto para apoyar ambos codos sobre sus rodillas y sujeta tu rostro con sus manos, viendome embelesado...
O eso quiero creer.
Bajo de nuevo, balanceando mi cuerpo de lado a lado de forma sensual, rozando siempre mis nalgas con el tubo, haciendo que el tutú me dé más volumen. No despego mis ojos de los suyos en ningún momento, pero cuando los de él abandonan mi mirada para recorrerme y posarse en mi coño al abrirme de piernas en el suelo, eso me hace abrir la boca en busca de aire.
Ni siquiera estoy prestando atención a los sonidos de los hombres por hacer algo que jamás he hecho como eso o como lo que hago ahora: me doy la vuelta y cojo el tubo con ambas manos, ayudándome a elevar mi cuerpo, manteniendo mi trasero en pompa, pidiendo ser azotado y follado.
Sobre todo lo último, eh.
Veo la señal que me hace Axel detrás de la cortina y sé que me quedan solo treinta segundos, doy una vuelta completa en el tubo, lanzando besos con mis manos a todos, para terminar viéndolo a él y guiñándole un ojo. Sonrío cuando me sonríe de vuelta.
Es una sonrisa que promete muchas cosas... Espero que una de esas sea un orgasmo esta noche. O dos, no me quejo.
Hasta tres y cuatro recibo gustosa, eh.
—¿Y eso? —pregunta Axel cuando llego a él. Coloca una mano en mi cintura.
—Algo que quise probar. ¿Te gustó? —replico, sonriendole seductora. Su mirada baja de la mía a mis labios curvados en una sonrisa.
—Me hubiese gustado más si fuese solo para mí —responde. Río bajo, posando una mano en su pecho.
—Soñar nos hace poderosos —comento y me giro para entrar al camerino, su respuesta me hace reír con fuerza:
—Cuando sueño contigo me vuelvo idiota —reconoce.
Niego con la cabeza y saludo con la mano a Rosi que va saliendo. Me quedo sola para buscar mi atuendo anterior. Me quito el traje y lo dejo en mi locker para ponerme el mismo vestido, todavía sin bragas. Cuando llegué con él, la mandíbula de Axel casi llegó al suelo, pero notó que no venía sola al bajarse Mason del lado del conductor, por lo que, recuperó la postura y me saludó como si nada.
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La Reputa-ción de Dulce
RomanceLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...