Oficialmente han pasado tres nuevos meses en los que, bueno, ¿por dónde empiezo a contar lo difícil que fueron?
Creí que con el tiempo la universidad olvidaría lo sucedido, pero no lo hicieron. Cuando me aparecí la primera semana en el club, ahí estaban medio de los de mi curso. Axel tuvo que sacarlos a todos del club cuando comenzaron a gritar: la zorra de Columbia.
No fue fácil, juro por Dios que no lo fue, pero me quedé ahí arriba, bailando como si no era conmigo. Menos mal y ese día me puse antifaz y peluca, porque así no se notaban mis lágrimas.
La siguiente semana luego de esa fue una real tortura, me acostumbré a ver fotografías mías en el tubo, pegadas en todas las paredes. Los de limpieza quitaban y los chicos pegaban. Gracias a Dios contaba con el apoyo del rector y hubieron muchos suspendidos, pero no fue hasta que amenazó con expulsarlos, que cesaron esas bromas.
Por supuesto que dentro del aula era otra cosa, pero se volvió tolerable.
Y ahora, por fin hoy presentamos el proyecto y obtuvimos la puntuación máxima, a lo que la universidad va a celebrarlo a todo dar, por supuesto. Habrá una fiesta hoy y yo asistiré porque no he asistido a ninguna después de aquella, pero esta es diferente.
Será en la casa de Ryan y Cili, así que todo estará controlado... O eso espero.
Ryan aparece de pronto, abriendo la puerta de par en par de la habitación de Cili donde nos encontramos eligiendo qué ponernos hoy.
—Iré con papá a buscar los tragos para hoy —nos informa, sonriendo en mi dirección, le correspondo la sonrisa.
Lo de nosotros, pues, ahí lo llevamos.
Cuando regresamos del viaje, el único que notó mi anillo fue él, me preguntó y le dije la verdad, que me lo había dado Travis. Suspiró y susurró con la voz resignada: ¿ya no tengo esperanzas?
Eso me rompió el corazón, pero fui honesta y le dije que debía olvidarme y seguir con su vida. Quiero creer que es lo que hace. No lo he visto salir con nadie y sigue pegado a nosotras en la universidad, pero ya no se me insinua ni hace incómodos nuestros momentos.
Por su parte, Masón cumplió y cada tarde vamos a que la señora Graciela y llevamos para comer con ella. Le sigo pagando la habitación, por más que Masón ha insistido en hacerlo él, pero no me importa. Gano bien, puedo vivir como lo hacía antes de vivir con él.
Sobre nuestra convivencia en casa, todo va de maravilla. Nos complementamos de una forma única. Él se encarga del desayuno, almorzamos fuera casi siempre por el tema de que estos meses han sido fuertes para ambos en la universidad, de ahí vamos con la señora Graciela, donde la ayudo con la cena y cenamos ahí.
Siempre creí que vivir con un hombre sería algo así como vivir con papá: yo hacía todo porque él nunca tenía tiempo. Comíamos comida recalentada porque mis dotes culinarios no se desarrollaron de la mejor manera y vivía cansada al final del día por ocuparme de mis estudios y la casa, pero no. Con Masón no es así.
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La Reputa-ción de Dulce
RomanceLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...