Capítulo 37 👯

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He ansiado el domingo desde el domingo que pasó, eso es demasiado

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He ansiado el domingo desde el domingo que pasó, eso es demasiado. Ayer se nos fue la tarde acomodando mi closet. Cili fisgoneó hasta debajo de la cama, preguntando de todo y más. Se sentó a comer galletas con la señora Graciela, dijo que regalaría un TV para navidad por no tener ninguno y prometió, también, visitarme más a menudo porque, según dijo, amó donde vivo.

Eso es basura.

¿Cómo puede preferir mi habitación de dos por dos que la suya de seis metros?

Pero, claro, es Cili, ella siempre sabe qué decir para hacerme sentir mejor. Y pues, en el tema del dinero, ella nunca me lo ha echado en cara. Obvio que tampoco es como que ella deba ganárselo de alguna forma, pero bueno. 

—Entonces, ¿ya viene? —pregunta Cili a mi lado, viendo su reloj. Muerdo mi labio inferior, cogiendo mi celular para marcarle. Acabamos de terminar de comer y se supone que Mason vendría por mí para pasar la tarde juntos.

No tengo que escribirle un mensaje porque el mismo auto azul con el que me recoge cuando veo a Cili, estaciona frente a nosotras. Sonrío de oreja a oreja simplemente de ansias y Cili ríe.

—La tina con hielo te sigue esperando, eh —advierte. Río y la abrazo, quedando de vernos mañana en la universidad. No abro mucho la puerta para que no pueda ver a Mason en el interior. Me ajusto el cinturón y lo veo, ya él lo hacía. 

—¿Qué? —pregunto porque no deja de verme.

—¿Cómo es que puedo anhelar tanto una vista y al obtenerla, no querer dejar de tenerla por siempre? —cuestiona en respuesta. Arrugo el rostro sin entender del todo sus palabras—. Tú, bombón, eres la visión que quiero visualizar por el resto de mis días —promete, soltando su cinturón para poder inclinarse hacia mí, tirando del mío.

Jadeo en su boca por sus palabras y él aprovecha de meter su lengua hasta lo más profundo de mi boca. Gimo de nuevo, aferrándome a su cabello, tirando y no queriendo volver a necesitar nunca más el oxígeno, porque solo por ese motivo nos separamos.

—También te extrañé, tío Masón —musito como idiota, moviendo mis labios sobre los suyos. Siento su sonrisa.

Vuelve a su puesto y yo intento recomponerme en el mío, escuchando su risita tonta al verme jugar con el largo de mi vestido.

Vestido corto en vísperas de navidad... Pésima idea, pero siempre quiero estar lo más accesible cuando se trata de él.

Conduce sin decir nada, solo toma mi mano en todo el camino, dejando que las canciones de la emisora sean las únicas testigos que el deseo que va creciendo por segundo. Para cuando entra en el estacionamiento de su edificio, suspiro de alivio y él ríe.

Salgo sin que abra mi puerta y lo espero ya con mi mano extendida que no duda en coger, dejando un beso en ella y comenzamos a caminar. Apenas las puertas del elevador se cierran, acorrala mi cuerpo, subiendo una de mis piernas y tocando tentadoramente mi muslo hasta llegar a mi tanga y sentirla empapada por encima de ella. Muerdo mi labio al posarse en mí sus ojos oscuros, dilatados, desquiciados.

—¿Ansiosa, bombón? —pregunta, rozando su nariz en mi cuello. Me aferro a su cuello, gimiendo bajo al presionar un poco por encima de la tanga.

—Te extraño demasiado —confieso con los ojos cerrados porque acabo de ver directamente a la cámara en la esquina del elevador. Gruñe, pegándome contra él.

—Y yo. El fin de semana se me ha hecho eterno sin tu figura junto a la mía, haciendo tuyo mi apartamento —reconoce, llegando a mis labios y dejando un beso corto en ellos al abrirse las puertas.

Me toma un segundo recomponerme. O dos.

—Pues, llegaste tarde —le recuerdo mientras salimos. Ríe con ganas, respondiendo solo cuando llegamos frente a su puerta.

—Contigo siempre sentiré que llego tarde, porque siempre querré llegar antes —promete, viéndome directo a los ojos.

Las palabras salen solas de mis labios sin poder impedirlo:

—Ojalá y nunca tuvieras que irte —musito. Su mirada se vuelve más intensa.

—Me tardé porque estaba terminando algo —explica y termina de abrir la puerta de par en par. Lo primero que noto es el cambio en las paredes. Ahora son gris azuladas con una central blanca. Sonrío como idiota y me suelto de su mano para entrar y ver el resto.

El sofá tiene los cojines que compramos, la alfombra también es la nueva. Todo en tonos blanco con gris y azul para resaltar el color de las paredes. Después de ver todo, ya sé lo que falta. Me detengo de nuevo frente a él y lo veo.

—¿Y los cuadros? —pregunto.

—Esperando por ti. Hice lo que sabía hacer, pero no tengo idea de decoraciones —reconoce.

Sí, lo sé, joder, esta forma en la que salta mi corazón solo puede definirse como un corazón enamorado, pero vamos a ignorarlo. Al menos por ahora, ¿sí?

Masón me deja en la sala y va en busca de los cuadros, los deja todos frente a mí y yo me agacho para comenzar a visualizarlos en todas las paredes hasta decidir dónde quedarían mejor. Después de unos minutos ya las paredes han cobrado vida con los cuadros.

—Estos sí sé dónde irán —asegura, mostrándome unos marcos de fotografía, pero sin dejar que vea las fotos hasta que se acerca a la mesa ratonera en el medio del sofá y puedo notar varias fotos.

Una suya con dos personas mayores que sé que son mis abuelos, pero que nunca conocí. Y también otra con mi padre el día que cenamos los tres juntos. La que me deja sin aliento es una nuestra. Es justo la foto que le envié a mi padre cuando andaba detrás de que cenará con él. Paso saliva y lo veo.

—Tenemos mejores fotos que esa —suelto porque no sé qué decir. Ríe, recorriendo mi cuerpo con la vista.

—También varios videos, bombón, pero eso no puede ser visto por otros —recalca, señalando los videos que hemos hecho mientras follamos. Normalmente los vemos luego y terminamos repitiendo aún más rico que la vez anterior. Muerdo mi labio inferior.

—Me encanta, Masón. Quedó hermoso —confieso. Sonríe y regresa a mí, no va por mis labios o mi cintura, no, directamente levanta mi vestido, obligándome a alzar las manos para sacarlo y dejarme en ropa interior ante él.

—Hora de conocer nuestra nueva habitación, bombón —declara, haciéndolo a posta por cómo me mira. Quiere que le refute el que haya dicho nuestra en vez de suya, pero no lo haré.

Por hoy me acepto completamente enamorada de él.

Por hoy, voy a olvidar nuestro parentesco o posición en la universidad.

Por hoy, solo somos Dulce y Masón.

Por hoy, solo quiero ser suya.

Ay, no, LOS AMO DEMASIADOOOOOOO

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Ay, no, LOS AMO DEMASIADOOOOOOO.

La Reputa-ción de DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora