—No soy nadie para negarle algo a mi dulce zorrita, pero para luego, bombón, porque te quiero directamente sobre mi polla. Luego podrás comerla cómo quieras, pero primero ven y monta a tu tío Mason como su dulce zorrita lo haría —ordena, haciendo que chorreé mucho, mucho más.
¿Quién soy yo para desobedecer semejante orden? Nadie.
Menos, siendo una orden que me prende tanto. Salto sobre él, quedando a horcajadas y buscando de una vez su boca. No duda en corresponder mi beso, estrujando mis nalgas, restregandome sobre su polla. Dejamos de besarnos al levantarse, sujetando bien mis nalgas y comienza a caminar, saliendo de la cocina y guiándonos por un pasillo con varias puertas, entra en la última, terminando de abrir con el pie porque ya estaba medio abierta.
No deparo mucho porque las luces están apagadas, siendo la habitación alumbrada solo por la luz que se cuela de la ventana que tiene la cortina corrida. Creí que me llevaría hasta su cama, pero no, camina directo a la ventana hasta que estrella mi espalda contra ella. Jadeo y lo veo cuando me baja.
—No te haces una idea de las veces que he fantaseado que te follo aquí, bombón. De espaldas, con tus tetas pegadas al vidrio y tu coño chorreando desde atrás, creyendo que alguien de los edificios a los lados, puede estar viéndonos y corriendose con nuestra visión follando —confiesa. Abro la boca, cogiendo aire.
—Hagamos de la fantasía una realidad, tío. Fóllame aquí —pido, y para enfatizar mis palabras, me giro y me deshago de mi ropa, quedando desnuda para él. Pego mis tetas al vidrio frío, que enseguida endurece mis pezones, y estiro mis manos por arriba de mi cabeza, arqueándome para darle una vista perfecta de mi coño y culo.
Gruñe y yo chillo cuando lanza una nalgada en toda mi nalga derecha.
Joder, eso fue delicioso.
—Más —ordeno sin pudor.
—Te daré más —promete, clavándose en mi interior sin mediar palabras y sin aviso previo, haciendo que mis pezones duelan al deslizarme un poco hacia arriba y lastimar los piercing que llevo en ellos.
Sin embargo, no me quejo porque respiro de forma entrecortada, acoplándome a su tamaño. A lo grande que es y lo rico que se siente en mi coño.
Joder, se siente delicioso, la verdad.
—Maldición, eres tan estrecha, tan jugosa, tan malditamente adictiva, bombón —confiesa, saliendo casi por completo de una manera tan lenta que es tortura. Eso debe considerarse tortura—. Y eres toda mía por hoy —añade, clavándose con fuerza de nuevo. Jadeo como loca cuando comienza un ritmo violento, agresivo, condenadamente delicioso y exquisito.
Pierdo la cuenta de la cantidad de golpes de su pelvis contra mi trasero, pero oficialmente me quedo sin aliento al palmearme la nalga con fuerza y seguir moviéndose contra mí.
Joder, nunca me habían nalgueado al mismo tiempo que me follan, normalmente Ryan me nalgueaba antes, no durante o después.
No me salen las palabras para pedir otra, pero necesitando aire y sabiendo que el exhibicionismo nos prende a ambos, guío mi mano al pasador de la ventana que da con el balcón y la abro, lanzando su cuerpo hacia atrás, pero sin sacarlo de mi interior.
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La Reputa-ción de Dulce
RomanceLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...