Me remuevo como loca cuando Masón coge mis nalgas con fuerza, restregandome aún más contra su boca mientras que mi orgasmo no deja de salir ni él de estimularme más. Niego con la cabeza a los lados, no pudiendo creer lo que está haciendo.
—¡Masón! —grito con fuerza al correrme por segunda vez en solo unos minutos de diferencia. Tiene piedad de mí y reduce la velocidad de sus movimientos, limpiando de forma perezosa mi segundo orgasmo hasta que ya dejo de estremecerme.
Me acomodo para verlo salir de entre mis faldas y sonreír de forma descarada. Le sonrío de vuelta.
—Me voy —dicta y se levanta. Parpadeo a lo loco.
—¿Qué? ¿Por qué? —increpo, sentándose bien. Sonríe mientras se coloca su saco.
—Tengo exámenes que revisar —dice. Bufo.
—Y un coño que follar. El mío —específico. Ríe con ganas, negando con la cabeza.
—Te follaré mañana en el salón. Te quiero treinta minutos antes ahí —ordena y camina a la puerta. Me quedo procesando sus palabras como idiota hasta que asimilo lo que dijo y me levanto, saliendo también de la casa.
Baja el vidrio de su auto para que me asome.
—¿El rol de la alumna y el profe? —pregunto coqueta. Sonríe y me guiña un ojo.
—Tendrás que ganarte una calificacion buena, bombón. Y soy exigente —advierte, mirándome con una promesa sellada en su mirada.
La boca y el coño se me hacen agua mientras lo veo arrancar y salir de ahí.
Niego con la cabeza, riendo bajo para volver cojeando a la casa, sin apoyar del todo el pie lastimado.
Una vez me veo sola en la casa, suspiro y frunzo el ceño. Cojo mi muleta y camino a mi habitación, cogiendo el bolso para ver en qué entretenerme porque ahora estoy frustrada y aburrida. Quiero un orgasmo y dormir hasta que sea de día y Mason me coja sobre su escritorio. Eso suena tan jodidamente bien en mi mente.
Llego a mi habitación y lanzo la muleta y el bolso contra la cama para coger mi balita rosa de la mesa. Me deshago de mi ropa torpemente, desesperada por el ardor incesante en mi coño. Suspiro de alivio al ya verme desnuda y con el aparatito vibrando en mi mano.
Me acuesto, llevándolo directamente a mi coño, estremeciendo mi cuerpo por completo ante la vibración, arrancándome jadeos incontrolables.
Dejo mi imaginación volar como cada que me toco en su nombre, pero ahora teniendo el recuerdo tan nítido de lo que fue tener su boca en mi coño, su lengua estimulando todo a su paso, sus labios succionando con la presión exacta y sus dientes masacrando rítmicamente... Delicioso.
No sé en qué momento he cogido mi celular y lo he llamado, pero abro los ojos de golpe al escuchar su maldición. Noto cómo sigue en el auto y me mira brevemente, maldiciendo por lo bajo cuando debe regresar su mirada al frente, supongo que a la carretera.
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La Reputa-ción de Dulce
RomanceLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...