Despertar en casa de Cili no se sintió mal, pero encontrarlos a todos tan pendientes de mí, me hizo sentir mal. Fue mi culpa, me lastimé por mi culpa, pero ellos no me hicieron sentir así, simplemente se desvivieron por verme bien.
Espero que Ryan baje a Cili de la camioneta para luego pasarle las muletas y apoyarme de sus hombros al coger mi cintura para bajarme, una vez me deja en el suelo, su rostro baja y sin dame tiempo a reaccionar, ya tengo sus labios sobre los míos, presionando para que los abra y le corresponda.
A mí mente viene la noche de ayer, los tres sentados en el sofá, su mano repartiendo caricias sobre mi pierna y mi cabeza apoyada en su hombro, disfrutando de la película que se reproducía en la TV.
No le doy más vueltas, acepto su beso, respondiendo su jadeo cuando abro la boca y su lengua entra en contacto con la mía.
Sus manos se encierran con mayor fuerza en mi cintura, tirando de mi cuerpo para pegarme más al suyo. Vuelvo a jadear contra su boca y él gruñe, clavando sus dientes en mi labio inferior al separarnos, pero sin alejarse, apoyando su frente en la mía.
—Dios, amor, te extraño tanto —confiesa. Cierro los ojos, abrazándome a su cuerpo.
—Hora de entrar —dicta Cili, haciendo que no deba responder porque estaba por reconocer que también lo extraño. Estaba por volver a caer en ese bucle sin fin que es nuestra relación.
Cili me ofrece la muleta de mala gana y comienza a caminar lejos de nosotros. No veo a Ryan cuando empiezo mi caminata de la vergüenza.
Ignoro las miradas, los cuchicheos y las indiscreciones de otros más, hasta que antes de abrir la puerta, Brenda se atraviesa.
—¿Qué te pasó? ¿Te fuiste de zorra y te aventaron? —pregunta con burla, haciendo que unos idiotas más rían de algo que ni risa da. Giro los ojos.
—Qué va, es que me cogieron tan fuerte anoche que terminamos cayendonos de la cama —respondo. Sus ojos se tornan oscuros al ver detrás de mí. Sé que es Ryan.
—Zorra —sisea entre dientes. Sonrío y la muevo para poder terminar de abrir la puerta.
—Como puritana jamás podrás llenar el espacio que un zorra deja, Brenda. Si quieres enamorarlo, sé más zorra —aconsejo, guiñandole un ojo, disfrutando de su gruñido furioso.
Veo en dirección al escritorio, donde Masón tiene su mirada fija en unos documentos frente a él. Entro y me siento en mi puesto, colocando la muleta apoyada del respaldo de mi silla.
—Muy bien, empecemos —dice Masón una vez ya todos han entrado.
Arrugo el rostro al notar que está evitando mi mirada, pasa por cada puesto, repartiendo las hojas con las preguntas. Cuando llega a mi mesa, estalla su mano con fuerza, dejando las hojas ahí. Me sobresalto, pero no alzo la cabeza para verlo porque dos podemos jugar a este juego.
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La Reputa-ción de Dulce
RomantizmLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...