Capítulo 47 👯

597 70 36
                                    

Si me preguntan, no sabría decir quién está más emocionada por el viaje, si Cili o yo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si me preguntan, no sabría decir quién está más emocionada por el viaje, si Cili o yo. Parece que en cualquier momento comenzará a hiperventilar de la emoción. Lo juro.

Supongo que es bueno que sea un pueblo y no tenga aeropuerto, porque así fue como pudimos comprar un boleto para ella. Claro que usó su manipulación tres mil para hacer que Masón no viajara a mí lado, sino que ocupará su puesto, tres filas más atrás y junto a un hombre que roncaba tan fuerte, que incluso nosotras podíamos oírlo.

De todas formas, fue un viaje de 14 horas con solo una parada de veinte minutos, creo que sólo dormimos unas tres horas, porque Cili no podía cerrar la boca o guardar su celular.

¡Nos tomamos más fotos que en el tiempo que llevamos como mejores amigas!

—¿Habías salido de New York alguna vez? —le pregunto cuando Masón se va a la parte de atrás para retirar nuestro equipaje del bus. Cili me mira.

—No con una amiga —confiesa. Rio bajo.

—Cili, yo he sido tu única amiga, nena. Más nadie te aguanta —aclaro. Pone cara de ofendida, pero no le dura mucho y comienza a reír.

—Tienes razón —admite y se encoge de hombros. Niego con la cabeza, sonriendo.

—Muy bien, chicas. Cogeremos un taxi que nos lleve directo al pueblo, porque si usamos otro bus, serán tres horas más de carretera. El taxi reducirá eso a unas dos —promete Masón. Arrugo el rostro.

—¿Qué dices? Creí que ya este era el pueblo —confieso. Niega con la cabeza, viendo a los lados.

—No, creo que este aún sale en el mapa de los Estados Unidos, ese no lo creo —dramatiza, haciendo reír a Cili. Sonrío.

—Bien, andando —digo y cojo mi equipaje con ruedas mientras Cili coge el suyo y Mason carga con los bolsos. Cruzamos la estación y afuera encontramos los autos que quiero pensar que su motor está mejor que su carrocería y nos llevará tranquilos al pueblo de mis abuelos.

Porque, sin querer juzgar por su portada, se ven terribles. Masón ríe al notar las caras de Cili y mía.

Guardamos el equipaje en la parte de atrás y Masón se sienta en la parte de adelante para dejarnos libre los tres puertos de atrás a Cili y a mí.

—Intenten dormir, llegaremos alrededor de las seis de la mañana. Los sorprenderemos —promete, viendo solo en mi dirección. Sonrío.

—Estoy muy ansiosa por conocerlos, Masón —confieso. Su sonrisa se ensancha.

—Y yo —reconoce, volviendo a acomodarse cuando el hombre le pide abrochar su cinturón.

Cili y yo bostezamos al mismo tiempo y nos acomodamos, abrochando también nuestros cinturones y tomándonos de la mano. Le sonrío antes de cerrar los ojos para no darle oportunidad de volver a hablar como loro.

La Reputa-ción de DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora