Capítulo 45 👯

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Al salir de la oficina del rector ya no hay la misma tranquilidad que cuando llegamos

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Al salir de la oficina del rector ya no hay la misma tranquilidad que cuando llegamos. Los pasillos están llenos de estudiantes, pero ya no me siento como una perdedora como cuando entré porque sé que no van a expulsarme.

Así que solo intento ignorar las punzadas por los comentarios que van haciendo todos al verme y me mantengo presionando fuertemente la mano de Cili, viendo derecho. Nada de bajar la cabeza, nada de lágrimas, nada de titubear.

Si no puedo aguantar este día, ¿cómo podré soportarlo por tres meses?

Exacto, debo superarlo.

Mi lado victorioso se siente ganador cuando ya puedo ver la salida y seguimos sin caer en las provocaciones de todos, pero se va a la mierda cuando se planta frente a nosotras Brenda y sus malditas secuaces.

La veo y giro los ojos, intentando rodearla, pero habla. Tenía que hablar, por supuesto:

—Qué bueno que te dieron tu merecido. ¡Eso es lo que merecen las zorras! Tanto que alardeas, ¡y resultaste terrible en la cama! —chilla como todo lo que ella siempre dice. Se escuchan muchos ruidos de parte de los descerebrados que nos ven.

Saboreo mis labios y veo a Cili.

—¿Crees que mi padre se vengaría por eso? —pregunto, señalando con una uña a la estúpida de Brenda. Cili arruga el rostro y mira primero a Brenda, luego a mí.

—¿Tu padre? —insiste y yo asiento—. No creo —confiesa. Sonrío.

—Pues, qué bueno que no soy él —zanjo y suelto su mano, para, con el mismo impulso y enojo que siento desde que desperté ayer y sabía lo que me hicieron, elevo el brazo y atesto un golpe directo a su nariz con mi puño cerrado.

Cili chilla a mi lado al igual que Brenda y sus secuaces se mueven para cubrirla cuando ella retrocede, tambaleando y cubriéndose la nariz que mancha de sangre el suelo.

—Retrocede, salvaje. ¡Aparte de zorra, salvaje! —chilla una de sus amigas. Cojo aire, cerrando los ojos un segundo para controlarme.

—¡Soy una zorra, sí, pero prefiero mil veces ser una zorra a ser una escoria como ustedes que no saben diferenciar una follada de una violación, maldita sea! —grito enfurecida, pero me obligo a relajarme cuando Cili toma de nuevo mi mano. Veo a todos—. ¿Sabes algo, Brenda? Como zorra, follo como zorra. Y si hubiese estado consciente en ese vídeo, te aseguro que sería mucho más entretenido. No por algo le quedaste corta a Ryan. Porque cuando follan conmigo, ninguna gata puede igualar a esta perra —prometo y tiro de Cili para salir de ahí con todos los gritos y sonidos sugerentes de fondo.

—Disfrutaste eso —dice Cili una vez salimos. Río alto, muy alto, queriendo liberar con esta risa todo lo que estoy sintiendo ahora porque no quiero darle nombre a nada.

—Tres años aguantándome, ya era hora —me defiendo. Cili ríe, negando con la cabeza. Encontramos a Ryan de pie fuera de su camioneta, pero cuando estoy por subir con su ayuda, un auto azul pita detrás. Veo a Ryan por encima de mi hombro—. Es Travis —le digo. Cili ríe desde adentro.

La Reputa-ción de DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora