No he llegado aún a la universidad, pero cuando ya falta solo cruzar la calle para hacerlo y noto desde aquí a Ryan, sus amigos, Cili, la plástica de Brenda y sus secuaces en toda la entrada, ya ni llegar quiero.
¿Qué tan mal me vería si rodeo la universidad y salto por la parte de atrás? ¿Muy mal o para nada mal?
Yo voto por la segunda, si me dejan opinar.
Mi fuga queda en el olvido cuando una mano se eleva, haciéndome señas para que me acerque. Suspiro.
—¡Hola! —chilla Cili, lanzándose a mis brazos. Arrugo el rostro, aceptando su extraña muestra de cariño—. Te extrañé horrores —dramatiza, dejando un pico en mis labios.
—Comimos ayer —le recuerdo. Gira los ojos.
—Y te extrañé luego de eso. La casa se sintió tan vacía sin ti —comenta y es el tono con el que lo hace, que sé que hay algo oculto en sus palabras. El gruñido de Brenda me lo recalca. Suspiro y finjo una sonrisa.
—Yo tuve un fin de semana bastante agitado —reconozco, sonriendo coqueta.
—Ah, ¿sí? ¿Qué te pareció la fiesta del viernes, Dulce? Te vimos muy animada bailando —comenta Christian. Me giro en su dirección, ignorando a las malditas perras falderas de Brenda.
—Me gocé la fiesta, Chris. ¿No fue así, Ryan? —pregunto, sacando mi lengua para saborear mis labios y mirarlo con chulería. Cae tan rápido que me hace sentir mal por usarlo para dejar a su nueva novia por el suelo.
—Eres una zorra —sisea Brenda, tirando del brazo de Ryan para que deje de verme. Río con ganas.
—Pero soy la zorra que tu novio prefiere, cariño —le recuerdo, cogiendo a Cili para irnos de ahí, dejándola chillando porque eso parece ser lo único que sabe hacer la idiota esa.
—Es que, ni sé qué decir, la verdad —reconoce Cili. Río en su dirección. Me mira mal—. Hablo en serio —insiste.
—Lo sé. Pero no me verás nunca ceder ante ella o ante cualquier otro, Cili. Soy mucho como para aceptar boberías —zanjo. Suspira y entramos juntas al salón. Nos encontramos con la sorpresa de que no está vacío como siempre.
—Profesor Erickson —saluda Cili con respeto, haciendo que deje de ver los papeles en su escritorio para alzar la mirada.
Contengo el aliento cuando noto cómo sus ojos me recorren el cuerpo entero, subiendo por el pantalón de jean que casi no puedo subir por lo ajustado que me queda, mi abdomen descubierto, dejando que resalte el piercing en mi ombligo para terminar con una blusa corta, pero suelta y con mangas largas de botones, color rosa palo.
—Señoritas —responde. Cili presiona mi mano... Sí, Cili, sí lo noté.
—Tío —saludo a posta. Alza una ceja, pero curva sus labios cuando cerramos la puerta y caminamos a nuestro puesto.
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La Reputa-ción de Dulce
RomanceLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...