—Bien, es suficiente. Foster, a su puesto —ordena Mason, colocándose de pie. Ryan obedece, alejándose—. Señorita Davis, de pie, por favor —pide ahora, caminando en mi dirección. No sé porqué una ola de nerviosismo me embarga, creyendo, no lo sé, ¿qué va a besarme frente a todos?
Venga, no es como que me importe que lo haga, por mí, bienvenido sea. Pero hablamos de su carrera y la mía misma. Si es tan inteligente como sé que lo es, no hará eso, así que obedezco y me coloco de pies cuando llega a mi mesa.
Sin quitar su mirada de la mía, se retira el saco para luego extenderlo en mi dirección. Paso saliva, viajando mi mirada de sus ojos al saco y viceversa.
—Cójalo, puede traerlo mañana —propone, sonando tan natural que me atonta. Con la mano temblorosa, tomo el saco y él sonríe. Le devuelvo la sonrisa, pero la mía es más débil—. Bien, espero que estén listos para su primer examen —dice, girándose para volver a su puesto.
Siento un tirón en mi otro brazo que me hace volver a la realidad y sentarme, viendo a Cili. Me coloco el saco de Mason ante las quejas de algunos de no recordar que hoy tocaba un examen.
Evito oler su perfume que está impregnado en la tela, solo para no parecer una chiquilla tonta y enamoradiza, por lo que me fijo en el pizarrón para ignorar la mirada que tengo fija en la nuca y que sé que se trata de Cili y Ryan.
—¿Ninguno estudió? —pregunta Mason y suena, no lo sé, ¿molesto? Sí, creo que molesto. Todos corean un fuerte no y seguido de eso, comienzan a dar explicaciones tontas, pero él no mira a nadie, solo a mí—. ¿Ni siquiera usted, señorita Davis? —pregunta. No sé porqué lo hace, pero odio negar con la cabeza, por la forma en la que él niega con la suya y suspira.
Ay.
Veo a Cili a mi lado, ella me dedica una sonrisa forzada que no entiendo a qué va, pero le devuelvo una igual.
—Muy bien, solo porque ninguno estudió, debería realizar el examen, para que reprueben, pero como no tengo ganas de estropear mi día por impuntualidad de ustedes, tendrán una oportunidad de hacer el examen otro día —dice y todos comienzan a gritar eufóricos, las siguientes palabras de Mason los calla—, pero tendrán solo una noche para estudiar porque mañana sí realizaré el examen. E irá todo lo visto hasta la fecha —advierte.
Calla todos los reclamos y quejas de mis compañeros, elevando una mano y viéndonos con seriedad.
—Ya hablé. Quien no se sienta capacitado de aprobar un examen con clases que han visto durante las últimas dos semanas, entonces debería cambiar la carrera, porque no sirven para esto —zanja, haciendo que algo que creí imposible, suceda: todos en el salón callan. No se escucha ningún ruido.
Es más, ¿estamos respirando acaso?
Lo dudo.
—Ahora, saquen sus libretas y presten atención. Esto también irá en el examen de mañana —advierte y se gira para tomar el plumón y comenzar a escribir en la pizarra. Veo a Cili cuando me toca el hombro.
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La Reputa-ción de Dulce
RomansaLa reputación de Dulce se resume a las primeras seis letras de esa palabra. Desde que baila en un tubo cada fin de semana y se lo disfruta, todos en su universidad la tachan de zorra. Para Dulce eso no es problema. Al contrario, se disfruta su títu...