Capítulo 2 👯‍♀️

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Presente

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Presente.

Despierto por el constante sonido de mi celular vibrando sobre la mesa junto a mi cama. Maldigo, extendiendo mi mano para cogerlo, pero este cae. Gruño, porque por más que ya está en el suelo, el maldito cacharro sigue vibrando con fuerza.

Juro que lo pondré en silencio de ahora en adelante.

Me arrastro sobre la cama hasta que, sin abrir los ojos, cojo el celular con la mano. Gruño porque, cuando estoy coger la llamada, se cae.

—Esto debe ser una broma —siseo entre dientes, volviendo a acomodarme en la cama con el celular en mi pecho. Comienza a sonar de nuevo con desespero. Gimo con frustración—. Dame una buena razón para no mandarte a la mierda, Cili —gruño, llevando el celular a mi oreja.

—Son las once del día, Dulce. ¿Dónde rayos estás metida? —espeta sin llegar a gritarme porque sabe que mis neuronas no han despertado del todo y si me grita, la mandaré a la mierda y colgaré.

—En mi cama, bien, gracias —respondo, abriendo los ojos del todo para notar que, efectivamente, la cortina que cubre la ventana junto a mi cama, está super clara por el sol del otro lado.

—Pues, más te vale estar lista en lo que me tome ir por ti —advierte y cuelga. Gruño y me levanto, restregando mi rostro con las manos.

Pienso un segundo en la noche de ayer:

Caminé desde el club hasta aquí, mojándome con la lluvia porque, simplemente no tenía cabeza para regresar dentro. Solo pude cubrirme con mi abrigo y salir de ahí. No pude sacarme de la mente la mirada de ese hombre.

El descaro que tuvo al seguir follándose a la mujer por más que ya lo había visto. La lujuria que se instaló en su mirada al verme desear ser ella.

Joder.

¿Quién es ese hombre?

Suspiro y me obligo a levantarme para bañarme y arreglarme porque sé lo intensa que puede llegar a ser Cili. Además de que, nunca cancelamos nuestro almuerzo los domingos, por más que le dije que no quería hacerlo esta semana.

Tengo una cena con mi padre y su hermano, cena a la que no quiero asistir y hermano que no me interesa conocer.

Venga, tengo veintitrés años sin conocer a ese hermano suyo, ¿por qué querría hacerlo ahora?

Exacto.

Hago todo en tiempo record y salgo de la habitación, vistiendo un pantalón de jean con un top corto negro. Encima llevo una chaqueta de cuero y unos botines del mismo material. No llevo cartera porque he dejado mi celular cargando para que pueda tener carga en la noche y entretenerme con algo en esa dichosa cena.

No encuentro a la señora Graciela en ninguna parte, por lo que supongo que debe estar en el mercado, comprando su comida. Sin tener obligación alguna porque ella no es más que la señora que me arrienda una habitación en su casa, le dejo una nota sobre la encimera de la cocina, en la que le cuento que estoy comiendo con Cili y que vendré en la tarde antes de la cena con mi padre.

La Reputa-ción de DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora