Narra Avery
Estaba un poco nerviosa ese día, era mi primer día en el nuevo instituto, uno de tantos más. Mi padre era farmacéutico pero yo vivía con mi madre desde que ellos dos se habían divorciado y como ella era una de esas personas que no permanecían mucho tiempo en un sitio, yo me veía obligada a cambiarme cada cierto tiempo de escuela.
Cuando por fin encontré la clase que andaba buscando entré silenciosamente en ella, todos se saludaban y parecían conocerse y tuve esa sensación de nuevo, esa sensación de soledad, de tener que conocer gente y de mostrarme vulnerable. Dependiendo del lugar me había sido más fácil hacer amigos o no pero siempre me costaba encontrar mi lugar, para al final perderlo.
Tenía amigos de todas partes pero no me llevaba mucho con ellos, hablábamos de vez en cuando... muy pocos habían logrado traspasar la barrera del espacio y se habían convertido en amigos leales.
Estaba disociando tranquilamente intentando descubrir donde sentarme para que nadie me reclamase por su sitio cuando oí una voz que me hablaba:
—¿Necesitas ayuda?
Un chico alto de cabello negro muy corto con grandes ojos marrones me miraba con curiosidad. Tenía pinta de ser el típico chico popular deportista y chulito que siempre gastaba bromas pesadas o buscaba la oportunidad para molestar así que lo rechacé. Estaba muy claro que era lo que mis amigos y yo denominábamos chupito (chulo + se cree que tiene un gran... pues eso).
Después de que el profesor decidiese que era buena idea dejarnos a nuestro aire sin hacer nada decidí ponerme a planear mi atuendo para el concierto de Taylor Swift, mi cantante favorita. Estaba pensando en hacerlo sobre la era de Lover de Taylor dibujando un boceto amorfo porque no sé dibujar cuando noté la mirada de aquel chico sobre mí. Me miraba fijamente como si no tuviese nada mejor que hacer y en cuento notó que lo había visto se giró.
Pasaron unos minutos antes de recibir una pequeña bola de papel arrugada sobre mi mesa. La observé fijamente, tenía mejores cosas que hacer que prestar atención a ese chico; necesitaba empezar a organizarme desde ya, quería sacar buenas notas el último año de instituto para poder estudiar mi carrera soñada (que había tardado mil años en encontrar), no podía perder el tiempo con él, así que con un movimiento de mi mano tiré el papel al suelo a mi lado.
El extraño al ver que lo había ignorado me miró levantando una ceja y luego se giró cruzándose de brazos. Raro. ¿Tanto le importaba o no le importaba nada y había desistido? Dios, solo quería encontrar amigos normales y estaba empezando con un chaval lanza bolas de papel.
Al final me digné a recoger el objeto y abrirlo. En él no estaba escrito nada más que un <<hola, como te llamas??>> acompañado de una carita carita kawaii sonrojada. En serio que tipo más raro, ya sabía mi nombre, el profesor lo había dicho nada más comenzar la clase; definitivamente ese chico no sabía sacar tema de conversación.
Le respondí un <<por mi nombre>> y le lancé el papel de nuevo con la buena suerte de que le cayó justamente entre su cuello y el jersey que llevaba puesto.
Se lo sacó de la espalda, lo leyó y me miró, aparentemente divertido. No entendía que le había tanta gracia, aunque bueno, yo era muy graciosa cuando quería, pero no en ese momento porque simplemente quería que me dejara en paz.
1 y 2 pasaron las horas y el chico no me volvió a molestar. Gracias a dios, si no, no hubiera podido concentrarme para combinar mi ropa de forma perfecta para crear un outfit con estilo retro perfecto para el concierto. Estaba deseando ir y, con suerte, ser acompañada por mi mejor amiga Cecilia que aunque no era tan fan como yo estaba dispuesta a ir conmigo (grito interno), eso sí, solo si llegado el momento yo la acompañaba a un concierto de Britney Spears pero como eso no iba pasar... podía aprovecharme.
Salí de las últimas de clase para intentar averiguar si había algún renegado sin amigos al que me pudiese apegar. BINGO. Una chica tardó en recoger más que los demás así que pensé en acercarme a ella, no me gustaba dar el primer paso, pero con tanto cambio era algo que había aprendido a hacer.
—Hola —la saludé tímidamente sonriendo, llevaba una mochila con el típico estampado de cuadros blancos y negros, vestía unos pantalones de pana y una chaqueta a juego y el pelo rubio en capas le caía sobre los ojos —¿Cuál es tu nombre? Yo me llamo Avery.
Se veía algo incómoda por mi acorralamiento pero decidí ignorar ese detalle antes de arrepentirme y salir corriendo.
—Charlotte —contestó cerrando su mochila, se la puso a la espalda y caminó en dirección a la puerta sin decir nada más, aunque antes de salir se despidió levantando momentáneamente la mano. Era un avance.
Después de esa clase fui a la zona de las taquillas para encontrar la mía. 143, 144, 146... ahí.
Oh no. El chico extraño de antes estaba observando algo muy concentrado en su teléfono con cara preocupada junto a una taquilla abierta JUSTO AL LADO DE LA MÍA. Había tres opciones: iba a ser divertido, interesante o me causaría dolor de cabeza.
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El muerto, el British y el gay
Teen FictionAvery está cansada de mudarse de una ciudad a otra, por eso en este nuevo sitio tiene la idea de que nada nuevo pasará, de que todo será tan aburrido como siempre. Al menos hasta que la sonrisa de Noah apareció en su camino y jamás podrá salir de é...