Narra Avery
Noah no estaba en su casa, y por supuesto no me cogía ni las llamadas ni me contestaba los mensajes. Hacía como si yo jamás hubiera existido en su vida y era una completa desconocida. Y por supuesto, eso me destrozaba el alma.
En cuando llegue a casa de Cecilia, fui a su habitación a tirarme a su cama, agotada. Sentía como si me acabara de atropellar un camión, le hubiera dado marcha atrás y me hubiera vuelto a pisar.
En cuanto me tiré en la cama y vi a Cecilia, noté que nuestro estado de animo era similar. Eso si que me extrañó un poco. Cuando llegamos a mi casa y pasó sabe dios que cosa con Marcos, al salir tenía cara de querer vomitar. Y por primera vez no sería por culpa del alcohol.
—Oye, se supone que soy yo la deprimida porque su novio está enfadado con ella, ¿a ti que te pasa?
—No es nada A... solo estoy cansada.
—Luego de ver a Marcos nunca estás cansada, al contrario, siempre parece que te acaban de tirar un cubo de agua fría.
No se rio de mi broma, todo lo contrario, aumentó su cara de pena y se tiró en la cama también a mi lado. Por suerte era de matrimonio y lo suficientemente grande como para que entráramos las dos y aun así hubiera un espacio importante.
—Ce, no hace falta ser muy listo para saber que no estás bien, ¿Qué te pasa? Si me lo dices con suerte me distraigo de mis problemas —Al principio no dijo nada, pero luego giró un poco su cabeza y me miró.
—¿Tu sabías que Marcos iba a irse de intercambio?
Al principio me impactaron sus palabras, seguido intenté recordar alguna conversación en la que Marcos comentara en algún momento que se iría. Justo eso no se me pasó por la cabeza, pero si otras situaciones.
—Algo así... le escuche hablar sobre un viaje.
—¿Con quién?
—Creo que con Pascal —Su cara era un cuadro— Ya todos hemos aceptado la relación rara con su gato, es tu turno.
—¿Y que decía? —Prefirió ignorar el contexto de la situación y siguió preguntando.
—Pues que no estaba seguro de si aceptar porque se tendría que ir muy lejos a... Reino Unido creo que había dicho.
—¡¿Inglaterra?! —Se sentó al segundo con una expresión de espanto— ¡Pero si eso está en la quinta hostia! ¿Cómo coño se va a ir a Inglaterra?
—Ni idea, a mi no me contó nada del tema, aunque seguro que Lucas sabe algo, ¿quieres que le pregunte?
—No hace falta, gracias.
Volvió a tirarse en la cama, mucho más destrozada que antes. Supuse que Ce lo sabría, y tampoco tenía mucho interés, así que no seguí investigando sobre eso. Llego a saber que no tiene ni idea y obligo a Marcos a contarle algo.
Estuvimos calladas un rato. Nuestros silencios nunca son incómodos, solo necesarios o existentes, tenemos tanta confianza con nosotras mismas que somos perfectamente capaces de estar calladas o hacer cualquier otra cosa sin tener la necesidad de hablar sobre nada. Eso siempre me gustó, aunque una voz en mi cabeza me repetía que debía consolarla, solo que no tenía idea de como.
No fue hasta que sus padres nos llamaron para cenar que nos movimos. Y tampoco hablamos en la cena, solo hablé con sus padres que me preguntaban que tal me iba en clase, mi vida, que estaban contentos de que ahora tuviera pareja y cosas así. Lo típico.
Cuando volvimos a estar en su habitación, esta se puso el pijama y, justo al acabar, vio el móvil. Aunque pensaba que ya no era posible, puso una mueca aún más de pena, y se metió en su cama, mirando a un punto fijo a la nada. Durante todo este rato, hasta me olvidé que Noah estaba enfadado conmigo.
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El muerto, el British y el gay
Teen FictionAvery está cansada de mudarse de una ciudad a otra, por eso en este nuevo sitio tiene la idea de que nada nuevo pasará, de que todo será tan aburrido como siempre. Al menos hasta que la sonrisa de Noah apareció en su camino y jamás podrá salir de é...