Capítulo 19

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Narra Noah

Ese miércoles no fui a clase. Me jodía mucho el tener que faltar y perderme clase, además los apuntes de Kenan no eran la mejor de mis opciones, pero me desperté vomitando hasta lo que no había comido debido a la sesión de quimio de la noche anterior, por lo que mis padres me obligaron a no moverme de la cama.

Sin embargo no les hice caso.

Las primeras horas cumplí la orden a raja tabla, me quedé en mi cama viendo una serie y escuchando That's the way I love you de Taylor Swift como si viviera en un libro de romance. Pero cuando habían pasado ya 3 horas me aburrí y fui a dar una vuelta por el parque. El cielo estaba despejado y no había casi nadie ya que todos estaban o en clase o trabajando, así que era un ambiente super agradable.

—Hola, perdón, ¿tienes un piti? —Una voz masculina y grave apareció en mi espalda.

Me giré sorprendido. Cuando me quise dar cuenta un chico alto, más o menos de mi altura, de pelo negro rizado y varios tatuajes por el cuerpo me miraba medianamente sonriente con un mechero en la mano. Aunque de buenas a primeras pareciera un tipo problemático que solo se quiere meter conmigo, no parecía ser mala persona.

—No perdona, no fumo —Le dediqué la más amable de mis sonrisas.

—Vale, gracias... ¿y sabes donde hay una máquina o donde puedo comprar? —Analicé mejor su voz, tenía buenas intenciones.

—De hecho sí, justo al girar la calle hay un quiosco donde creo que venden tabaco.

—Bua, me salvas el día, muchas gracias tío —Me ofreció la mano— Me llamo Mike, soy nuevo por el barrio, ¿eres de por aquí?

Parece que voy a poder conocer a alguien nuevo hoy.

—Si, llevo aquí toda mi vida. Vivo relativamente cerca de este parque. Me llamo Noah, encantado de conocerte.

—Igualmente tío, y gracias por ayudarme, llevo preguntando a varias personas por un piti y nadie me contesta, como si les fuera a atracar o algo. ¿Te molesta acompañarme hasta el quiosco? Así hablo con alguien —Hizo un gesto con la mano para que caminara a su lado, y yo sin problema le seguí.

Ambos empezamos a caminar, y si que es verdad que la gente se le queda mirando impactado. Yo solo tengo dos tatuajes, uno por la muerte de mi perro en el antebrazo y otro por el cáncer en la clavícula, pero el era muy exagerado. Parecía un malote de wattpad. Llevaba por los dos brazos una gran cantidad y otros por la parte de la clavícula que seguían por el cuello, además de algunos pequeños en la cara. Eso sumándole sus ropajes negros. Si, daba un poco de miedo. Pero con hablar un minuto con el me di cuenta de que no era mala persona ni parecía tener intenciones de serlo.

—¿En que instituto estudias?

—En el Tolstoi, casi a las afueras. No va mucha gente solo los que viven por zona, de entre eses yo.

—Vaya, que casualidad, justo voy a ir hoy cuando terminen las clases a visitar a una amiga.

—¿En serio? Pues que bien, quizá nos vemos, me pasaré las últimas horas.

—¿Por qué te estás saltando las clases? Aunque dudo que se necesite una escusa para eso.

—Me encontré muy mal esta mañana y falté, pero ya estoy recuperado y no tengo nada mejor que hacer —Prefería decir eso a explicarle que odio perder clase.

Llegamos al quiosco. La chica que estaba atendiendo se asustó un poco cuando le vio y le entregó el tabaco sin preguntar su edad ni nada. No parecía que fuera mayor de edad, aunque seguro lo era, pero dudo que quisiera quedarse a preguntar.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora