Narra Noah
Era nochebuena. Mi plan inicial era quedarme en casa y ayudar a mis padres a preparar la cena de esta noche, sin embargo me obligaron a salir con mis amigos para que me despejara un poco. Aunque no les contara nada creo que saben que estoy peleado con Avery, por lo que intentan que me distraiga todo lo posible.
Ahora estaba viendo como jugaban al baloncesto mientras yo estaba sentado en las gradas, mirando el móvil de vez en cuando. Aunque no quiera admitirlo me gustaría que me escribiera, por mucho que la ignore, solo para saber que sigue viva.
—Creo que el estar sentado no te va a ayudar a distraerte mucho —Kenan dejó la pelota en el suelo y fue a sentarse a mi lado. Apestaba a sudor.
—No tengo ganas de hacer nada.
—Tío, si estás así por lo de Avery, ¿Por qué no hablas con ella y solucionáis las cosas? Sabes perfectamente que lo vais a acabar arreglando, ¿no es más fácil quedar y acabar con vuestra tortura?
Lo cierto es que anoche me dio una venada y estuve a punto de llamarla, pero algo en mi cuerpo me lo impidió. Ni siquiera sé porqué aún no hablé con ella, solo no tengo las fuerzas para escuchar como me pide perdón por decimo quinta vez y llora un poco. No quiero verla así, por muy enfadado que esté. Solo quiero... una disculpa sencilla.
—¿Porqué estáis aquí parados chicos? —Su voz chillona hizo que el cuerpo se me tensara.
Bea se puso en frente de nosotros, quedando a una altura mucho más elevada. Ella también me da mucha pereza. Desde que no me hablo con Avery me ha escrito de mil formas posibles que lo deje con ella, que no merece la pena seguir con alguien que no confía en mí y que no es capaz de decirme la verdad. Siempre la ignoro, pero quieras o no sus frases constantes acaban con mi cabeza y me arrastra aún más a aplazar el hablar con ella. Es un desgaste psicológico que necesito que acabe ya.
—Lo de siempre —Solo contesté yo, Kenan estaba ocupado poniéndole mala cara.
El ya no la aguanta. Dice que es una niñata mimada que se cree el centro de atención y siempre quiere que los demás hagan lo que ella dice. Solo la tolera porque llevamos siendo sus amigos desde siempre y sigue en el grupo, sin embargo apenas le habla más que cuando es estrictamente necesario.
—Por dios Noah, ¿Por qué no me haces caso de una vez y la dejas? Ya estás viendo como estás por su culpa, ¡no te pereces algo así!
—No ayuda mucho que repitas la misma frase como un loro enfermo —O solo le habla cuando quiere insultarla.
No sé si fue su frase o la cara que le puso que consiguió que se fuera. Volví a destensarme. A mí también me cansa mucho su compañía, sin embargo no tengo la valentía necesaria para decirle que me deje en paz.
—A ella sí que deberías mandarla a la mierda.
—Es una de mis mejores amigas, Kenan, no puedo hacer eso.
—¿Qué no? Dame dos minutos con ella a solas y ya verás como se puede. ¡Te está manipulando, tío! ¿O es que no lo ves? Además, ¿en serio te crees sus palabras sobre lo de Avery? ¿Bea? ¿En serio?
—Sabes de sobra que no me creo al completo lo que me dijo, pero eso no quita que sea verdad el que Avery me lo contara solo porque Bea le dijo que me lo contaría. No quiero hablar más del tema, por favor, estoy... muy cansado.
Volví a mirar el móvil con la misma esperanza de antes, sin conseguirlo. Llevo unos días de mierda, con el cuerpo molido y sin ganas siquiera de levantarme de la cama. Hasta me daba pereza ver como jugaban al baloncesto, y ya no digamos el jugarlo yo.
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El muerto, el British y el gay
Teen FictionAvery está cansada de mudarse de una ciudad a otra, por eso en este nuevo sitio tiene la idea de que nada nuevo pasará, de que todo será tan aburrido como siempre. Al menos hasta que la sonrisa de Noah apareció en su camino y jamás podrá salir de é...