Capítulo 37

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Narra Avery

No tenía la mínima gana de ir a esa estúpida fiesta. La mayoría de personas me sonreirían son sonrisas falsas solo por ser la hija de la organizadora, una hija que no quiere estar ahí. Y eso fue lo que estuve repitiendo una y otra y otra vez en el coche.

—No quiero ir, ¿y si nos vamos a un McDonald's?

—No he estado 3 horas arreglándome para nada —Dijo Cecilia retocándose el pinta labios en el espejo de delante.

Ella estaba impresionante, tenía un vestido rojo oscuro de tirantes apretado con algunas arrugas decorando que le dejaba relucir todo su pecho, además se había hecho unas ondas en el pelo que le combinaban genial. No como yo, que tenía un vestido blanca apretado de manga larga y escote con dos lazos en las esquinas de la parte de abajo. Y la verdad en la zona del pecho no tenía nada que enseñar.

—Noah, ¿seguro que Pascal estará bien? ¿Tu hermana sabe cuidar de un gato? Ya sé que habéis tenido un perro, pero el es solo un bebe y necesita toda la atención y-

—Tranquilo Marcos —Aunque con un tono muy amable le interrumpió mientras hablaba. Si Noah hablara como debe con la gente que le molesta seguro sería más feliz— Mi hermana no tiene nada mejor que hacer que atender al gatito, y sabe de sobra lo que hace. Además están mis padres en casa, y si pudieron cuidar a un medio muerto pueden cuidar a un gato.

—Eres muy macabro cuando te lo propones —Comentó Kenan mirando por la ventana.

Por desgracia, de todos los amigos de Noah, el es el único que ha querido venir. Estamos todos de exámenes, y ya pasan lo suficiente en los horarios de clase como para permitirse los fines de semana. Para suerte nuestra a Kenan le da igual todo. También se había apuntado Charlotte, lo que era genial ya que, en el caso de que las parejitas estuvieran muy ocupadas estando juntas y Noah socializando o con Kenan, podía estar con ella.

El viaje en coche fue entretenido. Nos pasamos todo el rato riéndonos los unos de los otros: que yo no quería ir, que Noah iba a hablar hasta con las plantas, que Kenan iba a escaparse en cuanto pueda, que Marcos va a ir corriendo si se entera que Pascal ha estornudado, que Cecilia estará media hora más con el maquillaje que todos sabemos que Marcos se lo va a deshacer...

Todo era bonito hasta que llegamos al sitio.

El lugar se hacía en uno de estos hoteles carísimos en medio de toda la cuidad. En la entrada había dos guardias de seguridad de 5 metros cada uno. Uno de ellos estaba hablando animadamente con un chico y al lado de este otro mirando el móvil con asco.

—Hola chicos.

—Anda, ya han llegado, deja de ignorarme —Lucas alejó a su novio del guardia y lo arrastro hacia donde nosotros.

—Celosiiin —Le cogió de la cintura y le dio un beso en los labios.

—¿Lleváis esperando mucho tiempo?

—Si —Afirmó Lucas.

—Para nada —Siguió Omar— Acabamos de llegar prácticamente, estaba haciendo tiempo.

—Ignorándome.

—Espero que no te quejes el resto de la noche cuando no me separe de ti mi vida —Volvieron a besarse. Les odio, con como Marcos y Cecilia, capaces de hacer sentir mal a las personas que tienen pareja.

Esperamos un rato más hasta que Charlotte llegó. Estaba muy guapa: iba con un top negro de estos que parecen lencería, unos pantalones de traje beige y una americana del mismo tono por encima.

—Hola chicos, ¿acabáis de llegar?

—Prácticamente —Contestó Noah.

—Bueno... supongo que tenemos que entrar —Cecilia empezó a empujarme a la entrada, yo escapé a los brazos de Noah.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora