Capítulo 25

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Narra Avery

Me quedé paralizada, ni siquiera se me había pasado por la cabeza esa posibilidad. ¿Por qué de todos los chicos tenía que ser él?

Me acababa de dar cuenta de que Noah me gustaba y nada más pasar eso me enteraba de que se moría.

Entré en pánico, la simple idea de verlo enfermo, adolorido y sufriendo me carcomía por dentro, no sería capaz de soportarlo. Si me veía ahí se daría cuenta de que lo sabía, se me notaría, no soy buena mintiendo y mucho menos si estoy consternada, así que hui.

Dejé diez euros sin importarme el cambio y salí de allí lo mas rápido que pude. Me temblaban las manos, me temblaban las piernas, me temblaba todo el cuerpo. El corazón comenzó a irme demasiado rápido y a conjeturar. ¿Por eso se saltaba tantas clases? ¿Por eso tenía esa vía aquel día? ¿Por eso los  cardenales en su cuerpo?

Tuve ganas de gritar de impotencia. Noah estaba enfermo y yo no podía hacer nada, nada. Si lo viese me echaría a llorar de la rabia en ese momento.

Corrí, corrí y corrí todo lo rápido que me permitían mis piernas nerviosas hasta que llegué a mi casa. Subí corriendo los escalones de la puerta y entré en ella respirando entrecortadamente por el esfuerzo.

Me encontré con Omar acurrucado en un sillón con una manta sobre sus piernas. Llevaba puesto un pijama de Lucas. De repente recordé que estaba preocupada por él y lo que había pasado durante la llamada, pero que la sorpresa que me había llevado me había hecho olvidarlo.

—Hola, Avery —me saludó —¿Estás bien?

Eso debería preguntárselo yo, no tenía buena cara, pero supongo que yo tampoco.

—Todo lo bien que se puede estar dadas las circunstancias —¿Qué clase de respuesta es esa? Se notaba que no estaba para dar explicaciones —¿Y tú? Antes te has ido sin escuchar el chisme.

Me sonrió pero en su rostro no se reflejaba nada más que tristeza, definitivamente algo le había, sin embargo, no tenía derecho a preguntar, no lo conocía lo suficiente como para eso y si lo hacía probablemente sería asesinada por Lucas.

—Estoy aquí si quieres contármelo —no, en realidad no lo estaba, no estaba en ningún lugar más que en esa cafetería leyendo una y otra vez ese mensaje, claro que eso no se lo iba a decir —iré a mi habitación.

Cuando llegué a ella tiré mis cosas a un lado, me puse el pijama y tiré mi ropa al suelo lo más rápido que pude. Ignoré los mensajes de confusión de Noah y cualquier otro mensaje que me pudiera llegar y apagué el teléfono. Cerré la persiana, me metí en la cama, me tapé la cabeza con la manta e intenté dormir, aunque no podía, no podía nada mas que pensar en como Noah podría morir en cualquier momento.

Narra Lucas

Salí de ducharme y me encontré a Omar exactamente en el mismo lugar en el que estaba cuando entré al baño.

—¡Qué raro tú con algo que te tape!

—Es que no quiero ser demasiado atrevido, si lo hiciera no podrías resistirte a mis encanto—su risa, por más que fuese algo leve era la mejor melodía para mis oídos y me alegraba escucharla después de tanto llanto.

—No sabía que ahora te regías por el celibato.

—Soy la persona menos lujuriosa del mundo no como otros que les gusta mi pito.

—¡Oye, cállate! ¡Pasé mucha vergüenza! —una sonrisa iluminó su precioso rostro y sentí como me derretía poco a poco.

Me senté en el sofá y le señalé que se sentara conmigo, cosa que hizo gustoso porque nadie se me resiste y él mucho menos. Lo rodeé con el brazo y el apoyó todo su cuerpo sobre la parte izquierda de mi cuerpo, me tapó con la manta y yo no pude resistirme a besarlo. Fue un beso suave pero largo, necesitaba sentirlo allí a mi lado, sentir que no se iría ni se encerraría en sus propios sentimientos y necesitaba enviarte un mensaje que ya había intentado dejarle claro: estoy aquí y no me iré por mucho que las cosas se pongan feas porque te quiero.

Yo podía ser insoportable para mucha gente pero Omar me quería por lo que era y gracias a él había conseguido perder la vergüenza y el miedo a las críticas y no podía permitir que él lo pasase mal. Puede que porque fuese el único que realmente me aguantaba.

—Que sepas que ya que vas a dormir aquí vamos a hacer un maratón de películas de barbie y los pitufos. ¿Qué hay más gay que eso?

—¿Pues muchas cosas? —agarró el mando de la tele y comenzó a buscar entre las películas románticas disponibles.

—¡Te he dicho que veamos los pitufos!

—Y yo te he dicho que no.

—Bien, Gargamel.

Dos segundos después de aceptar ver las películas cursis que a Omar tanto le gustaban y que aunque para mí eran demasiado pastelosas no tenía problema en aguantar si a él eso le hacía feliz comenzó a sonar la canción de los pitufos. No pude evitar reírme, no había duda de por qué lo quería tanto aunque seguía preguntándome por qué había él decidido salir conmigo.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora