Capítulo 28

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Narra Avery

No he vuelvo a ver a Noah en toda la semana.

No tengo ni idea de porqué, pero desde que vine a clase al día siguiente el ya no estaba. Y me empecé a agobiar ya que pensé que le beso que nos dimos en el globo tenía algo que ver. Empecé a empeorar cuando al día siguiente tampoco vino, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente...

—Tendrá miles de motivos mejores para faltar —Charlotte comía un poco de su pasta fría y medio cruda— ¿Te recuerdo que se está muriendo?

—¡No lo digas con tanta naturalidad! Además, si hablamos de muerte, creo que tu encabezas el puesto.

Llevaba una coleta mal hecha alta, sudadera holgada beige y chándal gris sucio, además de unas enormes ojeras negras. Hace una semana cogió una gripe con no sé que nombre que no la sacó de la cama hasta hoy. Yo pensaba que la habían secuestrado, pero solo se estaba quedando en su casa durmiendo, tomando jarabe con sabor a pepino y viendo series.

—Lo mío no es mortal, al menos eso dicen mis padres.

—Y yo que pensaba que era la que tenías más ganas de morirse...

—Bueno, lo dicho, Noah estará perfectamente, deja de preocuparte y céntrate en la tortura que se nos viene.

Con tortura se refiere a las semanas de exámenes en las que no salgo de mi casa ni para recordar que se siente el respirar aire de verdad. Además ya estamos en noviembre, por lo que el frío tiene que ser nuestro principal aliado. Para mi no hay problema, así puedo estudiar al lado de la chimenea de casa, para otros solo quieren tirarse por la primera terraza que encuentren.

—¿Y si está enfadado conmigo?

—¿No fue el el que te besó?

—Si, pero-

—Pues nada más que hablar, si está enfadado es su problema.

—Deberíais hablar y dejar en paz al resto de los mortales que viven a vuestro alrededor malditos inútiles.

Del susto que me dio fue un milagro que no me cayera de la mesa. Kenan se sentó a mi lado, con una cara de asco más marcada que la de todos los días, y sorprendentes ojeras similares a las de Charlotte.

—Puta —Le miré mal.

—Siempre y todos los días —Me robó la última patata que me quedaba. Tiene suerte de ser el mejor amigo y principal apoyo del chico que me gusta, si no ya estarían organizando su funeral— Entre tu y Noah rompéis mucho la cabeza, pensaba que solo era el quien no se callaba debajo del agua... pero veo que tu tocas los cojones de la misma manera.

Intenté ignorar los múltiples insultos hacia mi persona en esa frase y me centré en lo que verdaderamente me importaba: el que Noé estuviera hablando de mi de manera constante.

—¿Habla de mí?

—Joder si habla de ti, parece un disco rayado. Está muy preocupado por lo del otro día, que si se siente muy culpable, que si le odias, que si no quieres volver a verle, que si es una mierda de persona... así que, por favor, piensa en el bien común y hablar los dos de una vez, que es mi mejor amigo y tengo que escucharle, pero en su casa hay demasiadas sartenes potenciales para armas mortales.

Este tipo es muy raro.

—¿Por eso no viene a clase? ¿Porqué está preocupado?

—Ese es el motivo de lo que le está pasando, que es lo que hace que no venga a clase.

...

—En cristiano si puede ser —Pedí. No entendí nada de esa frase.

—Suspendo lengua, no me juzgues —¿Pero si no habíamos ni empezado los exámenes?— El tema es que, como ahora ya sabes, Noah tiene cáncer. Y el cáncer no actúa por si solo, que también, si no influye mucho el entorno en el que está, y en ocasiones de estrés o malestar puede llegar a empeorar de manera considerable.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora