Capítulo 46

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Narra Avery

Luego de haberme pasado todo el día con Noah dando vueltas por ese precioso parque, viendo castillos, zonas culturales, tiendas y demás, llegó la noche. Queríamos ir a cenar a algún lugar, y lo más bonito que teníamos era un centro comercial pegado al mar. Ahí había un italiano con muy buena pinta, por lo que decidimos ir a cenar. Yo estaba al lado de Noah, y a mi izquierda estaba Cecilia y a su lado Marcos, en la esquina, haciendo manitas debajo de la mesa creyendo que nadie se da cuenta. Justo enfrente de mi tengo a Lucas, a su derecha está Omar, que ellos si hacen manitas haciendo que todos nos demos cuenta, y a su izquierda Kenan. Al lado de Omar se encontraba Amanda. En las cabeceras de la mesa, en una, al lado de Marcos estaba Reggie, y al lado de Noah estaba Jesús. Me alegra que el esté más cerca de mi ya que, aunque me caiga bien Reggie, no paro de reírme con Jesus.

—¡Vete a la mierda tío! ¡Deja de recordar eso! —Gritaba Noah, muerto de la vergüenza, yo no paraba de reírme.

Tenía mis brazos agarrando el suyo y estaba medio abrazándole el cuerpo mientras escuchaba a Jesús contar una anécdota de cuando jugaban al baloncesto.

—¿En serio paso eso?

—¡Te lo juro Avery! Se metió la hostia de su vida, ni se enteró que le habíamos atado los cordones... de milagro no se comió el asiento.

—Que seáis unos amigos de mierda no tiene porqué ser mi culpa.

—Somos unos amigos geniales —Contestó Kenan metiéndose en la conversación— Eres tú el aburrido.

—Tu cállate, sé que fue tu idea, todavía tengo que cobrar mi venganza.

—Pero si ya lo hiciste —Siguió Jesús— ¿No te acuerdas del día que corriste desnudo por el instituto?

—¡JESUS! —Volví a reírme con todas mis fuerzas, ese tío me cae genial.

Siempre pensé que los amigos de Noah me guardaban rencor por haber pasado de ellos los primeros días, pero al parecer les caigo bien, y ellos me encantan. Aunque todos sea muy diferentes se complementan genial, son majísimos, y siempre buscan el bienestar de Noah, que es lo que más me importa.

—Yo quiero saber esa historia —Intervino Cecilia, girando todo su cuerpo hacia donde nosotros.

—¡NO QUIERES SABERLA! —Kenan seguía a la defensiva.

—Tampoco es para tanto —Comentó Amanda— Ni que tuviera mucho que enseñar.

—¿Disculpa? —No sé que me hizo más gracia, si el tono de Kenan o la cara que puso. Sea lo que sea no paré de reírme—Prefiero no dar detalles del tamaño de mi polla por si asusto a alguna de las mujeres que hay presentes.

—¿Tan pequeña la tienen? No te hicieron con cariño, no.

El comentario de Cecilia fue lo que hizo quedarme sin aire, y a la mitad de los presentes. Todos empezamos a reírnos y a dar comentarios sobre el tamaño del pito de la gente. Como no, Lucas siempre destacaba que el de su novio era el mejor, y este le miraba mal para que luego se besaran.

No tardaron mucho en atendernos, cada uno pedimos cosas similares: pasta, pizza... lo que si tardaron fue en darnos la comida. Aunque con razón, el lugar estaba casi lleno. Sin embargo la comida estaba deliciosa. Noah y yo pedimos pasta, al igual que Reggie y Marcos. El resto se pidieron una pizza individual, menos la parejita gay que compartía una.

Cuando terminamos de cenar y salimos fuera, hacía muchísimo frío. Tenía un vestido corto con las hombreras de pompones cortas, una chaqueta de pelo y una cazadora blanca. Y aun así me estaba congelando, sobre todo por las piernas, aunque creo que no hace falta ser muy listo para saber el porqué.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora