Capítulo 59

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Narra Lucas

Estuve esperando un rato en la puerta a que Omar llegara de reunirse con sus amigos delante de la academia. Había llegado muy temprano para la clase así que me quedé sin hacer nada más que comerme un bollo seco sin gluten que había comprado en el supermercado, odiaba ser celiaco. La gente fue llegando y esperando en la puerta del establecimiento, parejas que habían decidido hacer el ridículo al igual que yo. Omar llegó unos minutos antes de que los instructores aparecieran y nos invitaran a todos a pasar.

—No sé como me has convencido de hacer algo así, soy un palo.

—Ya lo sé —mi novio se rió de mí en mi cara —por eso es divertido.

En realidad sí sabía por qué me había convencido y es que con Omar no podía negarme a nada. Si me pidiese que asesinase a alguien que le hubiese hecho daño lo haría sin pensarlo, lo haría incluso si no me lo pidiese. Omar me había pedido varias veces a lo largo de nuestra amistad y noviazgo que lo acompañase a una clase de bachata o de algun baile latino, antes no me hubiera atrevido jamás a bailar delante de gente algo que no se me da bien por miedo a ser juzgado, pero me había insistido tanto que y había pasado tanto tiempo desde aquello que ya tenía la confianza suficiente como para acompañarlo a bailar (aunque estaba seguro de que lo haría mal igualmente porque, por mucho que me guste bailar en las fiestas, las cosas con técnicas específicas no las domino tan bien).

—Era un decir, no soy tan malo bailando. Tengo mis habilidades que me hacen genial —afirmé.

—Si tú lo crees...

—Oye, en las fiestas...

—En las fiestas te emborrachas así que no puedes opinar.

—Tú también te emborrachas.

Los profesores nos saludaron, se presentaron y nos explicaron que haríamos en aquella clase para después hacer una demostración, estaba seguro de que aquello no lo íbamos a conseguir en una sesión pero hubiese quedado feo si le hubiese asegurado lo contrario.

—¿Es eso? ¡Es demasiado fácil! ¡Tan fácil que es innecesario estar aquí! Deberíamos irnos a comer un helado.

Omar frunció el ceño y me señaló con un dedo en señal de advertencia.

—Ya has aceptado, ahora cumple con lo acordado o no tendrás la recompensa.

—¿Recompensa?

Ya había aceptado estar allí, y aunque hiciese bromas sobre marcharnos no pensaba hacerlo, mucho menos si se asomaba la posibilidad de una recompensa (ya sabes a lo que me refiero).

La clase comenzó con pasos básicos, moviendo los pies y las caderas de un lado a otro. Me fijé en mi acompañante, a él se le daba claramente mucho mejor que a mí y no andaba perdido con los pasos. Yo no entendía cuantos pasos eran para levantar la cadera ni que tenían que ver los brazos en todo ello.

Después de un rato por fin nos pusieron a hacer por lo que habíamos ido: bailar en parejas. Pensé que había que me sería mucho más fácil compenetrarme con Omar pero casi lo mato un par de veces, me quedaba parado sin saber a donde moverme o me tropezaba con nuestros pies. Él solo se burlaba de mí y se reía.

Lo pisé por quinta vez y en vez de quejarse se rio como las cuatro anteriores.

—Ya veo que solo querías invitarme para burlarte de mí.

—¿Cómo lo sabes? —sonrió e hizo que todos mis tropiezos y las correcciones de los profesores valiesen la pena, verlo sonreír era lo más bonito que se podía presenciar, y más cuando era una sonrisa tan pura, real e involuntaria como esa.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora