Capítulo 51

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Narra Marcos

Estaba haciendo una investigación en el ordenador que había retrasado por irme de viaje cuando tocaron el timbre. No había nadie más que yo en casa, Lucas había salido con Omar a tomar un helado y Avery seguía desaparecida en combate, le había mandado un par de mensajes preguntándole que había pasado al final pero me había dejado en visto, puede que pensase que soy un entrometido aunque esa no era mi intención en lo absoluto.

Me digné a levantarme para abrir la puerta y al otro lado de esta me encontré con mi grupo de amigos. Tuve que sacarme las gafas anti luz azul que llevaba puestas para asegurarme de no estar alucinando.

—¿Os habéis perdido?

Mis amigos nunca venían a mi casa, solíamos reunirnos en lugares públicos o en las casas de resto, no era una cuestión de odio hacia mi hogar, pero el resto de lugares les quedaba más cerca y ya se habían vuelto tradición.

—¿Habíamos quedado y se me olvidó o algo?

Petra llevaba un oso de peluche, Erik una caja roja de bombones y Leah un globo. ¿Había una fiesta o algo así? Dios mío, Axel tenía una cesta de navidad en la mano, definitivamente era el cumple de alguien y me había olvidado, pero que yo supiera ninguno de ellos nació en diciembre.

—No digas tonterías, estamos aquí para sobornarte —Petra me apartó y entró seguida del resto para dejar las cosas que traían en la mesa del comedor.

—Si no os explicáis me parece que no entiendo. ¿Sobornarme para qué? -se desparramaron en los muebles y apartaron mis apuntes de la mesa para poner un vino. Mario se levantó para buscar unos vasos- No os voy a hacer vuestros trabajos si es lo que pensáis.

—No es eso, idiota —Leah alcanzó en el aire el corcho que le lanzó Mario y comenzó a descorchar la botella.

—¿Entonces? —no les dio tiempo a responder cuando la puerta principal se abrió y por ella entraron Avery y Cecilia. Avery salió disparada hasta su habitación pero Cecilia me sonrió.

Me alegraba de verla de nuevo, la situación era rara pero ver su cara siempre podía arreglar cualquier problema.

—Hola, ¿qué hacéis aquí? ¿Qué le pasa a Avery? —me acerqué a ella y le di un suave beso en los labios.

—Uuuuuh —comenzaron a burlarse los que se acababan de colar en mi casa, Cecilia se rio por la reacción.

—La llevé a la casa de Noah pero su hermana le dijo que se había ido a casa de Kenan y Avery no sabe donde es así que la llevé a comer algo para que se tranquilizara. Hoy duerme en mi casa.

—¿Vino a buscar sus cosas? —ella asintió.

—Seguro tarda, únetenos —le sugirió Mario que acababa de dejar los vasos sobre la mesa y había escuchado toda la conversación —¿Bebes?

—Tengo que conducir -se negó Ceci.

—Tu debes de ser el ligue raro de Marcos —Leah se notaba entusiasmada —¿Qué viste en él? Es que Marquitos nunca liga.

—Pues yo lo vi ligar varias veces —aseguró Cecilia.

—En realidad... es mi novia. Estamos saliendo —¡Ahhhhh! ¡Que bien sonaba eso! ¡Mi novia! ¡Oficial y delante de mis mejores amigos!

—¿Qué? —Leah se levantó del asiento y corrió hacia mí para sacudirme por los hombros —¡No me puedo creer que Marquitos tenga novia!

—¿Pero qué dices tú de novia? —preguntó Juan que en algún momento se había marchado al baño perdiéndose la conversación y acababa de regresar.

—¡Qué Marcos tiene novia! ¡Qué no te enteras! —Mario le pasó un vaso con vino.

—¿Qué dices? ¿En que momento?

—¿Acaso prestas atención a algo de lo que decimos alguna vez? —le recriminó Axel mientras rechazaba con la mano un vaso de vino que le ofrecía su compañero de piso con insistencia.

—¡Axel, no seas aburrido!

—Si yo bebo, ¿quién cuidará de vuestro culo? Además yo conduzco, idiota.

Petra ignoró la pequeña discusión que tenía al lado y soltó:

—Entonces perfecto que estés aquí, así nos puedes ayudar a que diga que sí.

—¿Decir que sí a qué? —preguntó Cecilia con curiosidad.

—¡Hombre al intercambio! —exclamó Juan mientras daba sorbos a su bebida.

—¿Qué intercambio? —Mierda.

A lo mejor había sido una mala idea dejar que mis amigos entrasen a mi casa y comenzasen a repartirse vino como los alcohólicos que son; a lo mejor fue mala idea que Petra escuchase mi conversación con el profesor porque mi grupo todo mi grupo de amigos se había enterado de que me habían aceptado por ella, de cualquier modo fue una pequeña discusión que tuvimos todos por mensaje en su momento pero no pensé que se presentarían en mi casa de la nada.

—¿No te lo contó? —Petra se notaba visiblemente confundida, casi tanto como Cecilia.

—¿Para eso estáis aquí? —puede que mi tono fuese un poco más rudo de lo que pretendía pero no sabía como manejar la tensión del ambiente y lo que presentía estaba a punto de ocurrir.

—Sí, y no se te ve muy contento... —susurró Erik y Leah le dio un golpe en el hombro.

—No, ¿de que intercambio habláis? —Cecilia observaba interrogante a mis amigos pero parecía evitar mirarme a mí.

—¿No sería mejor que te lo contase Marcos? —sugirió Axel.

—Ya he terminad... -Avery apareció por el pasillo y nos miró estupefacta. —¿Qué esta pasando? ¿Cómo es que no me di cuenta de que había visita?

—¡Tú debes de ser Avery! -la saludó Leah para apaciguar la tensión que se palpaba —Marcos nos ha hablado mucho de ti, de las dos.

Quería morirme. ¿Qué estaba pasando? Trataba de encontrar los ojos de Cecilia pero me rehuía, incómoda, estaba claro que le había molestado que no le contara nada sobre el viaje pero, ¿que podía decirle si no había decidido nada aún?

Al parecer Avery pudo notar el ambiente y se excusó para escapar como siempre que se incomodaba, por una vez, lo agradecí.

—No sabía que fuese tan hablador... pero tenemos que irnos, los padres de Ceci nos esperan.

—Ah, claro.

Después de una especie de despedida semiformal plagada de "encantados de conocerte", "a ver cuando salimos todos juntos" y "hasta luegos" las acompañé hasta la puerta, o más bien hasta el portal porque tras coger las llaves salí para que mis amigos no escuchasen.

—Cecilia...

—Está bien —no me dejó continuar -ya hablaremos luego, hora tus amigos te esperan.

—Pero...

—Deberías habérmelo contado, no nos ocultamos las cosas importantes, pero... ya me lo explicarás. Ahora me marcho.

Se dio la vuelta y se subió al coche ignorando todo cuanto yo pudiera decir después. Más que enfadada se le notaba decepcionada y eso me hacía sentir todavía peor.

Volví sobre mis pasos y me preparé para encontrarme con un grupo preocupado y medio borracho de amigos burlones y juguetones que podían hacer que aquel día acabara borracho o depresivo y llorando mientras me consolaban, no me gustaba ninguna idea pero si por elegir se trataba, el alcohol puede ser divertido a veces.

El muerto, el British y el gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora