Narra Noah
—No sé que hacer —Apoyó la cabeza en mi hombro con ánimo de desesperación.
—No tendrías que estar así por problemas que no son tuyos.
—¡Pero joder! Es mi mejor amiga, debería ayudarla lo mejor que pueda.
Se alejó de mi cuerpo y se tiró en la cama, dada la vuelta dejando su cara pegada a la almohada. Era como ver a un animal triste, y aunque no me gustaba verla así, me parecía adorable. Acaricié su cabeza, aunque me la apartó al segundo y yo me reí.
—Deja de reírte de mí y ayúdame —Dijo sin casi poder entenderla.
—Ya te lo he dicho, Cecilia debería dejar de ignorar a Marcos y hablar las cosas, o si no la incomodidad y tensión solo irá a más. Pero eso deberías decírselo tú a ella, no yo a ti.
—¡Es que no sé que decirle! Soy una mierda dando consejos, seguro empezaría con miles de dudas existenciales que no sabría como responder y me quedaría en blanco... ¡y no quiero que lo pase mal! ¡Sé un buen novio y ayúdame! —Sé que debería estar preocupado y hacer lo mejor para ayudarla, pero la palabra novio sonó tan bien saliendo de su boca que solo pude sonreír como estúpido.
—A ver... esto es lo que yo creo —La miré a los ojos, sereno, a ver si así se relajaba un poco —Deberías decirle que hable con él, sin pensarlo, y que diga todo lo que piensa: que le entró el miedo, que le gusta, que no sabe como reaccionar, que tiene miedo de lo que pueda pensar... lo que sea que piense, pero que hablen de una vez, porque si no solo será incómodo y molesto y acabará afectando a los de su alrededor. Tu eres la prueba viviente de ello.
—No le puedo decir eso, si no haré que se sienta aún más culpable.
—Very, sé que la quieres mucho y que la proteges y la cuidas... pero no me puedes negar que tiene la culpa en esta situación. Por el motivo que sea, pero es su culpa, y sentirse mal de tus actos no le viene mal a nadie, por mucho que le quieras.
Me miró con ojos tristes, seguido me abrazó. A veces puedo llegar a ser demasiado sincero y honesto, pero es cierto, si dejas de hablarle a alguien luego de acostarte con él es que has cometido una gran estupidez y debes solucionarlo. No puede hacer otra cosa.
—Supongo que tienes razón...
—Claro que la tengo, como siempre.
—Tampoco te motives.
Agarré su mandíbula con mis manos y luego le di un beso. Al principio intentó alejarse para molestarme, pero se rindió a mis encantos (como no) y me siguió el beso. Cuando me quise dar cuenta dejó de ser algo cariñoso a un tono más picante, por lo que puse su mano en su espalda y lentamente la fui tumbando, junto conmigo, en su cama. Ella ya estaba cómodamente sentada encima de mí cuando abrieron la puerta.
—¿Quién llega a estas horas? —Eran casi las 00:00— ¿Hola?
—Adiós —Vale, Lucas, y a juzgar por su voz no parecía muy contento.
Pensé que ese sería su mood normal, así que no le hice mucho caso. Pero Very no pensó lo mismo. Tenía cara preocupada y noté sus brazos tensos. Segundos después se estaba poniendo de pie, saliendo de la cama y yendo a la entrada a ver que pasaba. Preocupado la seguí.
No estaba en el pasillo, pero si en una esquina para poder ver la situación sin estar justo en medio. Como buen cotilla.
La imagen que presencié no me gustó lo más mínimo, y a Very mucho menos. De hecho su cara era de auténtico terror: Lucas estaba destrozado. Tenía un ojo morado, el labio sangrando, sangre seca en algunas partes de la cara y los nudillos parecían pintados de maquillaje porque estaban más rojos que toda la cara. Si se ha metido en una pelea, o ha salido perdiendo o el otro se ha llevado una muy buena paliza.
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El muerto, el British y el gay
Roman pour AdolescentsAvery está cansada de mudarse de una ciudad a otra, por eso en este nuevo sitio tiene la idea de que nada nuevo pasará, de que todo será tan aburrido como siempre. Al menos hasta que la sonrisa de Noah apareció en su camino y jamás podrá salir de é...