Narra Lucas
Aunque siempre he preferido la soledad, le pregunté a Avery si le apetecía hacer la compra conmigo. Más que nada porque todo lo que compro es sin gluten y siempre me olvido de comprar cosas para gente normativa, pero no sé que tenía que hacer con Noah y me mandó a tomar por culo. Muy razonable.
No fue hasta que llegué a casa que me quité los cascos de las orejas. Sé que no debo estar con ellos mientras conduzco, pero como dijo una vez alguien de internet, ''si no te pillan es legal''. Estaba tan tranquilo y medianamente alegre intentando abrir la puerta con la esperanza de darle un golpe a Pascal, que cuando vi a Omar llorando en el salón de mi casa hasta se me cayeron las bolsas de la impresión.
Que le jodan a los huevos, se los pienso arrancar al capullo que haya hecho llorar a mi chico.
—¡Omar! —Grité desesperado sentándome a su lado. Marcos estaba en el otro lado, consolándole— ¡¿Que coño ha pasado?!
Fue sentarme al lado de él y llorar de manera aún más desesperada. Este me abrazó, agarrándose a mi cuerpo como si tuviéramos un barranco y fuera la única manera de salvarse la vida. Por supuesto le abracé de vuelta, intentando juntarle a mi cuerpo todo lo posible.
Intenté que me contestara, pero estaba tan ocupado llorando que apenas era capaz de articular palabra. Marcos ya se había ido, junto con él Pascal, cerrando la puerta de su habitación en cuanto pasó.
—Lucas... —Empezó a decir Omar, aún sin voz en la garganta.
—Quien ha sido.
—Nadie...
—Quien coño te ha hecho llorar que ahora mismo voy y le parto la cara.
—Lucas... solo abrázame.
Tal y como me lo pidió le abracé. Aunque él no estuviera diciendo nada, sabía de sobra cual era el motivo por el que estaba así. El mismo de siempre. Ese puto mismo motivo que si no llega a ser por su carita de niño bueno, Neil ya estaría de cena de Navidad con San Pedro. O con Satán, porque de un puñetazo le mando al infierno.
—¿Es por su culpa cierto?
—No quiero hablar de ello...
—¿Qué ha hecho ahora?
—Lucas déjalo...
—¡No quiero dejarlo joder! —Le solté un momento para mirarle a los ojos— ¡Estoy cansado de el inútil de tu hermano! Siempre hace lo que quiere, no tiene remordimiento de nada y siempre eres tú el que acaba pagando sus gilipolleces. Eres la mejor persona que conozco, no te mereces soportar a ese cabrón. Así que dime ahora mismo que ha hecho para que pueda partirle la cara, y me da igual cuanta cárcel haya pisado, te puedo asegurar que si me enfada a mi cualquiera de los presos que ha conocido le parecerán un ratón a mi lado.
Supuse ya su respuesta, que se negaría a que hiciera nada para no empeorar las cosas. Sin embargo se calló, y me miró con ojos esperanzadores. Por primera vez desde que lo repito, la idea de que reciba su merecido no le está pareciendo mala, al fin va a querer que ese imbécil tenga consecuencias.
—El... rompió mis cosas.
Noté como las venas de mi cuerpo se marcaban y toda la mandíbula se me tensaba.
—¿Qué cosas exactamente?
—Pues todas mis cosas... mis posters, mis figuras, mis discos...
—¿Y se puede saber por qué ha asegurado su muerte de esa manera? —Ya suponía la tontería que me venía ahora.
—Porque... quería dinero, y como vio que solo tenía 20 se enfadó.
Definitivo, Neil no va a llegar a la próxima navidad. Hasta dudo que llegue a esta.
ESTÁS LEYENDO
El muerto, el British y el gay
Novela JuvenilAvery está cansada de mudarse de una ciudad a otra, por eso en este nuevo sitio tiene la idea de que nada nuevo pasará, de que todo será tan aburrido como siempre. Al menos hasta que la sonrisa de Noah apareció en su camino y jamás podrá salir de é...