Una amapola sintió como agua el hielo que durante tantos años la paralizó. Entre pétalos y tallo, refugiaba a diminutas partículas jade, compuestas por flechas de diversa disposición. No estaba sola. Más flores inmóviles como ella la acompañaban en la cueva del Monte Yspona.
El centenar de picos blanquecinos rodeaba un valle de mármol ceniza, partido a su vez por otro valle de puro hielo sin un fondo claramente visible. En la cara sur de la zona, se avistaba la primera señal de vegetación, aunque esta no era natural.
Antes de extenderse por mil kilómetros, la Llanura de Yangiz hacía una parada en el poblado de Babiloppen. Los hogares, cilindros perfectos de piedra tintada, se dispersaban entre el verdor. Por los huecos que actuaban como calles, una joven se desplazaba como buenamente podía, apoyada en su gran palo obsidiana.
JANNA: Nada... Blanco. Que todo sea blanco...
El cabello arcilloso, sin necesidad de viento, se entrometía en el rostro y taponaba sus iris jaspeados. Todo su cuerpo era somnolencia, desde la nariz hasta la rodilla izquierda.
JANNA: Llaves...
Janna se detuvo frente a una edificación ocre. Movió la mano izquierda, la libre, hasta encontrar el bolsillo de su saya de tonalidades moca.
JANNA: No...
Janna bajó la mano hasta la falda.
JANNA: Sí...
Janna introdujo la llave plateada en la cerradura incrustada en la puerta de acero.
JANNA: Otro día...
Janna se adentró en la edificación. Tras su andadura en la hierba con el palo, había dejado plasmada la figura de una sirena sin rostro definido.
Como cada día, arrastró una banqueta de madera y se dispuso frente a la cinta de producción, la cual, por izquierda y derecha, descendía y se ocultaba bajo tierra.
JANNA: A ver si... Ah. Ya.
La cinta arrancó. Janna abrió los cajones de debajo y sacó un set de paquetes multicolor y de pegatinas, con el slogan "Naturaleza animal proveniente de Babiloppen".
JANNA: Pues sigue sin aparecer nada...
Janna contemplaba cómo la cinta se desplazaba, sin objetos sobre ella.
JANNA: Mientras tanto...
Janna registró en otro de los cajones. En él, se resguardaba una bolsa de tela, pegada a unos caramelos de miel.
JANNA: Hay demasiada actividad... cerebral.
Janna dejó caer una pastilla turquesa sobre su palma. Sin pensarlo, la ingirió.
JANNA: No me... hará... falt...
Janna apoyó los codos en el borde que separaban los cajones de la cinta.
JANNA: Hacer. Hacer. Hacer. Ya está...
Por la parte izquierda, encima de la cinta, apareció un tarro de miel, sin etiquetado.
JANNA: Ve... ven aquí, bo... bonito.
Janna agarró el tarro de miel, adhirió la pegatina y lo empaquetó en tonos canela.
JANNA: Per... fecto.
Janna devolvió el tarro empaquetado y dejó que marchara por la cinta y se perdiera por la derecha.
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YvY
FantasyUn brillo recorre el mundo, aunque siempre permanece oculto entre flores, aves o corazones humanos. La familia Neupanoppen vive en Babiloppen, un poblado disperso y alejado de las civilizaciones modernas. Todos tienen en su poder el brillo, desde el...