Capítulo 5: Planes y frustraciones

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Janna se localizaba en el centro de trabajo. En ocasiones, para que la jornada no se le hiciera aún más tediosa, pedía a Gyrbe que lo acompañara al costado de la cinta. Incluso con los ojos cerrados, era capaz de empaquetar los productos con éxito.

GYRBE: De momento, mi hermana no está nerviosa. Diría que está muy ilusionada con el tema del YvY. Y con la cena de la festividad.

Janna arrugaba la boca.

GYRBE: Mis padres también están con ese ánimo.

Janna manejó dos tarros de miel al mismo tiempo.

JANNA: Es... espero que Ysla empiece a tener un poco de... de imaginación.

GYRBE: ¿A qué te refieres?

Janna se percató de que por la cinta ya no viajaban productos.

JANNA: No sé... Leche de cerda. O pelo de vaca para hacer botas. Quiero ver algo novedoso en este trabajo.

GYRBE: ¿Pero es lo que demandan en Azkir?

JANNA: No creo.

Janna introdujo la mano en la saya. De ella, sacó una pastilla. La partió en tres para ahorrar y guardó los restos.

JANNA: Pero Babiloppen no es solo una tienda.

Janna ingirió el pedazo.

JANNA: Ni un zoo.

Janna se adormilaba.

JANNA: Para algo más la fundó mi abuela.

Janna suspiraba.

JANNA: ¿No?

Mientras tanto, Ysla fortificaba las cajas del apiario. Tres abejas, sin embargo seguían revoloteando alrededor de ella, aunque, obviamente, sin poder tocarla.

YSLA: Que sí, que sois muy rebeldes. ¡No polinicéis si no queréis! Pero meteos en la puta caja.

Ysla desistió y se alejó.

YSLA: Ya razonarán.

Ysla se desplazó hacia la pocilga. Como esta no estaba vallada en el interior, los cerdos correteaban y se perseguían entre ellos.

YSLA: ¡Venga, venga! El que pille a todos se lleva un masaje.

Ysla salió hacia la zona herbada de la multigranja. Sin más tarea que realizar, se desplazó en círculos para variar de paisaje cada medio minuto.

YSLA: ¿Cómo será la picadura de una abeja?

La blancura del Monte Yspona no era la misma que la de tiempo atrás.

YSLA: Para que les tengan tanto miedo... Debe doler mucho, supongo.

Las calles de Babiloppen experimentaban un aumento en el tránsito humano.

YSLA: Ojalá saberlo.

Ysla agachó la cabeza y torció la boca.

El mismo gesto replicó Lody en su cabaña, frente al espejo. En los ratos de hartazgo por la tecnología, solía buscar reflejos por su eterno hogar.

LODY: Todo músculo sigue igual.

Lody se obsesionaba hasta por el vello de las cejas

LODY: Nadie a la redonda.

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