El siguiente destino de Janna fue Azkir, aunque, a cinco kilómetros de distancia, ocultó las alas y caminó. El trapezoidal Uzbin se imponía en el skyline, aunque solo en forma, pues su brillo y color ni siquiera hacían acto de presencia en las capas más altas.
Las batallas no se llevaban a cabo entre las rectas calles, sino a las afueras de la cara sur, en las explanadas de hierba y en los asentamientos más cercanos. Pese a ello, Janna caminó con velocidad hacia el Uzbin.
JANNA: Espero que no me pueda la curiosidad por saber quién está en lo alto.
Al doblar la esquina, la atención de Janna se alejó del Uzbin. Una fila se alargaba hasta la entrada del Bar de la Nación. Mientras unos esperaban, otros salían del establecimiento con un vaso de miel líquida.
JANNA: ¿Será gratis?
Janna se colocó en la cola.
JANNA: Espero que sea un sabor tan intenso que ni yo pueda imaginar.
Mientras se desplazaba en la cola, Janna observaba el Uzbin. A cada minuto, se volvía ante ella un simple edificio más.
Llegó el turno de entrar al Bar de la Nación. El interior seguía igual que décadas atrás. No así sus propietarios y empleados.
Al lado de la barra, una mujer de piel grisácea, cabello negro de flequillos sin brillo y ojos carmesí rosados servía gratuitamente en una mesa vasos con miel líquida. Alguna humeaba, y otra permanecía helada, a gusto del consumidor.
Janna fue la siguiente. Cogió un vaso y se acercó a la mujer.
RYVANNA: ¿Fría o cal...?
Ryvanna dejó de remover la cazuela con miel. Janna, al ver su mirada de miedo, también la reconoció.
Ryvanna abandonó el puesto y se acercó a un compañero de trabajo.
RYVANNA: Sustitúyeme un buen rato.
Ryvanna se acercó a Janna, la tomó de la muñeca y la condujo hacia el exterior, sin dirigirle la mirada.
JANNA: ¿A dónde vamos?
RYVANNA: A mi casa.
La vivienda de Ryvanna se situaba en el centro de Azkir, en una planta 15. El inmobiliario empotrado en paredes y suelo permitía que la luz coloreara de blanco el hogar, sin hacerlo parecer vacío. La terraza era la estancia más mimada, con suelo anaranjado de pizarra y macetas colganderas con lavanda. En medio, resistía una mesa blanca con dos asientos acolchados, aunque solo uno era siempre el ocupado. Hasta hoy.
JANNA: ¿Hace mucho que trabajas aquí?
RYVANNA: Lo he hecho en varios sitios. Pero el destino me ha llevado aquí.
Janna sentía nerviosismo ante los silencios de Ryvanna.
RYVANNA: ¿Y qué te ha llevado aquí?
JANNA: Tengo curiosidad por ver quién manda ahora.
RYVANNA: ¿Y seguirás sin hacer nada?
El silencio se prolongó aún.
RYVANNA: Aun pudiéndolo todo...
Janna apartó la mirada.
RYVANNA: ¿Has solucionado al menos los conflictos de otras partes del mundo?
Janna devolvió la mirada.
JANNA: He ayudado a gente. Y siempre les veía volver a caer. Ni siquiera yo puedo detener la maldición del azar.
RYVANNA: Te rendiste.
JANNA: Caí en la tentación del horizonte.
Ryvanna relajó la postura.
JANNA: Incluso la Tierra me resultó pequeña.
Janna materializó una pantalla y se la mostró a Ryvanna. En ella, aparecían paisajes diversos como cadenas grises montañosas o explanadas verdiazules humedecidas.
JANNA: Mis ojos se cansaron tanta belleza.
En la pantalla, comenzaban a verse las primeras estrellas.
JANNA: Así que empecé a buscar el límite de ese horizonte que tanto me distraía.
Janna le mostró la Luna, Marte y Júpiter a Ryvanna.
JANNA: Ejercité mi mente todo lo posible para que me creara la capacidad de volar más allá de la luz.
Saturno, Urano y Nepturo quedaron en una nimiedad. Las imágenes plasmaban las tres Alpha Centauri.
JANNA: Me centré tanto en avanzar que descuidé la belleza de mi alrededor.
Las Alpha Centauri quedaron en una nimiedad ante los imponentes tonos violáceos de Andrómeda.
JANNA: Ya no había un horizonte, sino millones.
Andrómeda quedó en una nimiedad ante HD1, el último punto de color en el universo.
JANNA: Llegué a uno de ellos. Al fin. Y me hizo sentir tan pequeña que tuve que darme la vuelta.La pantalla se iluminó con millones de estrellas.
JANNA: Y me engrandecí. Todo ello ya era parte de mi vida.
ESTÁS LEYENDO
YvY
FantasíaUn brillo recorre el mundo, aunque siempre permanece oculto entre flores, aves o corazones humanos. La familia Neupanoppen vive en Babiloppen, un poblado disperso y alejado de las civilizaciones modernas. Todos tienen en su poder el brillo, desde el...