Capítulo 19: Nirei (I)

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Un dron del tamaño de una palma era capaz de despellejar cien kilómetros de hierba y edificaciones. Las detonaciones eran sordas. Al igual que los gritos humanos. Estos últimos, por ser breves y no tener un destinatario.

En todas las pantallas del mundo, en sentido literal, solía hacer acto de presencia una mujer de melena malva curvada, piel coralina y ojos negros metálicos. Vestía una simple camisa blanca, de bordado moiré. Colocaba de fondo su balcón rojizo de columnas dóricas plateadas. Ella era Nastya Zavolyna, la Presidenta de Vroppa.

NASTYA: El cielo volverá a brillar en cuanto las naciones usurpadoras entreguen lo que nunca fue suyo. El YvY siempre se resguardó en la verdor atlántica. Es su hábitat natural. Y donde mejor estará. A salvo. Sin que la codicia del resto ponga la mano encima.

Nastya siempre fallaba a la hora de mirar al centro de la cámara.

NASTYA: La gente de Vroppa no necesitamos absorber el YvY. Nuestra naturaleza nos hace ser valiosos y diferenciados.

Nastya respiraba descompasadamente.

NASTYA: No somos un pueblo mediocre que necesita una ayuda extra para... ¿Para qué?¿Para ser superiores? Ni eso estáis logrando. Usad el cerebro y entregad el YvY.

Nastya rozaba los dedos fuera de campo.

NASTYA: O el cielo nunca más será azul.

Por las montañas de la antigua Georgia, miles de personas desfilaban por las laderas vertiginosas y los cauces resecos. Los hombres vestían ternos holgados pardos. Las mujeres, túnicas cálidas con la piel de cada única. Las únicas veces que presenciaban tecnología moderna eran aquellas en las que miraban al cielo o en las que pasaban por algún poblado abandonado que todavía conservaba pantallas.

Al frente de dicha comunidad, siempre avanzaban un hombre y una mujer, cogidos de la mano. Raffaelo y Sheyla, en ocasiones, olvidaban la cantidad de pisadas que acompañaban sus espaldas.

RAFFAELO: ¿Repartimos toda la comida por los pueblos?

SHEYLA: ¿Por qué no está seguro de eso?¿Piensas que alguien de Arghea se quedaría con dos manzanas de más?

RAFFAELO: No lo digo por eso.

Raffaelo y Sheyla finalizaron el trayecto en una colina que daba hacia un barranco que moría en una llanura irregular.

RAFFAELO: Sino por si se ha extraviado algún producto.

Arghea se repartió por la colina y comenzó a montar tiendas de campaña de tela y madera. Raffaelo y Sheyla se sentaron en la hierba áspera, todavía sin despegar la mano.

SHEYLA: Nunca entenderé cómo Vroppa miró hacia otro lado. Cómo consintió que una inestable irracional decidiera el futuro. Cómo aceptó que lo humano quedara al servicio de la electrónica.

RAFFAELO: Tienes que abandonar la nostalgia por esa tierra. Ya no es nuestra. Están condenados a extinguirse.

Raffaelo retiró la mano.

RAFFAELO: Nuestra tierra es aquella que los humanos decidan abrazar. Todavía nos queda por conocer a miles de hermanos. No sintamos pena por los de Vroppa. Es absurdo ser sentimental con ellos, Sheyla.

SHEYLA: Tienes razón.

Una adolescente avanzó desganada en dirección a Raffaelo y Sheyla. Tanto su flequillo encrespado como sus iris combinaban el amarillo apagado con el marrón meloso.

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