Capítulo 22: La antigua tierra

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Janna se acostumbró a las irregularidades terrestres y marinas del espacio de Mërënkivia. Caminaba por un desfiladero plano de basalto, con una ligera elevación verdinegra al frente, la cual parecía albergar un poblado.

JANNA: ¿Será Kalsuma?

A ratos, Janna estaba pendiente del mar sobrio y espumeante que se contoneaba a sus costados. Con la esperanza de una niña pequeña, deseaba ver en la profundidad el rastro de una sirena.

JANNA: Vaya... Parece que no está tan cerca.

Janna apretaba los pasos y el palo de obsidiana para evitar resbalarse.

18:00. Por la zona sureste de los mares de Mërënkivia, Nashva montaba en una lancha blanca y grisácea. No tenía un destino, sino que merodeaba alrededor de un acantilado. Este no formaba parte de ningún Estado. Las tierras desiertas circundantes servían como amplio separador entre Kanvasi y Vroppa.

NASHVA: A ver si me dan ya la orden.

Debido a la capacidad de control que Myra tenía sobre su Tyrystarmu, podía ocultar la cola y dejar libres las piernas para acompañar a Alvora en las incursiones terrestres. Sin embargo, debido a la falta de práctica, le costaba caminar con soltura.

MYRA: Creía que haría más frío. Se está bastante bien.

Ambas cargaban con mochilas y bolsas de tela, lo suficientemente robustas como para soportar todos los objetos que había recolectado en su expedición por aquellas tierras yermas. El marrón grisáceo y los trazos dispersos era el dibujo principal del paisaje.

ALVORA: Pero si te encanta congelarte. Y encima vas vestida.

MYRA: Era por decir algo. Es que estamos muy calladas.

ALVORA: Porque llevamos horas caminando. Mi cabeza no da para más.

MYRA: Ya llegamos a la última localidad, ¿verdad?

ALVORA: Sólida, sí.

Alvora visualizó al horizonte un skyline descompuesto.

ALVORA: Si fuera por mí, me pasaría meses y meses usando el YvY aquí. Pero Nashva y los Tyrystarmu no necesitan la paciencia ahora.

MYRA: ¿Pero crees que esta parte del mundo es tan interesante?

ALVORA: Toda la tierra tiene su lugar ej la historia. Si no fue ayer, será mañana.

Alvora y Myra llegaron a la primera calle de aquella localidad. Entre los colores terrosos, aún brillaban algunos bordes pastel de edificios que en su momento fueron vanguardia.

MYRA: ¿Por dónde empezamos?

Alvora se abrumó ante la posibilidad de calles y restos de edificios por recorrer.

MYRA: Espera.

El pecho de Myra se iluminó con una flecha, la cual se ramificaba en otras. De todas ellas, solo una brillaba.

MYRA: Es por la izquierda.

Myra era capaz de detectar los movimientos que se daban en su amplio rango.

ALVORA: ¿Son pisadas?

MYRA: Erráticas. Y no parecen de animal.

ALVORA: Puede sernos una gran ayuda informativa.

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