Capítulo 56: La orfandad de Azkir

12 0 0
                                    

Al abrir los ojos de nuevo, Janna descubrió arriba en diagonal un boquete imperfecto y de forma pixelada en la pared. A su costado, se encontraban Vandy, Namuu y Berhta. No había luz en el interior de aquel edificio. Hasta los elevadores quedaron detenidos.

JANNA: ¿Estáis bien?

Janna se levantó y recogió el palo de obsidiana. Tendió la mano a Vandy y Namuu para alzarlos.

VANDY: ¿Dónde estamos?

Janna dudaba en levantar a Berhta.

VANDY: ¿Y Ryvanna?

Namuu señaló el boquete con incredulidad.

Por los cielos de Azkir, Ryvanna y Lioba buscaban el momento ideal de realizar sus respectivos ataques. Pero este se prolongaba. Abajo, en calles y viviendas, los habitantes alzaban la mirada, algunos, por primera vez en años.

VANDY: ¿Qué podemos hacer?

BERHTA: Nada.

Janna, Vandy y Namuu se asustaron ante la repentina aparición de Behrta.

BERHTA: Lioba nunca pierde. Y si lo hace, es porque quiere.

JANNA: ¿Tú sabes dónde estamos?

BERHTA: No.

Janna asomó la cabeza por el boquete y agachó la cabeza. Reconoció Azkir por su inmensidad.

JANNA: Capital de Kanvasi.

Janna retiró la cabeza, con vértigo.

JANNA: No sé qué hacer.

Berhta sentía extraño su cuerpo y su alrededor.

BERHTA: Ni yo.

Berhta se sentó en el suelo.

En las calles de Azkir, había asombro por la danza aérea de Ryvanna y Lioba, pero también barullo de molestia por aquellos que, por primera vez, conocieron la oscuridad en sus hogares. Entre los grupos de gente, caminaba en zigzag una recién llegada a la localidad. Su destino fue sin objetivo, aunque oír las quejas le hacía pensar lo contrario.

NASTYA: Paso, por favor.

Nastya abandonó el cúmulo de gente y se apoyó en una pared.

NASTYA: Ojalá hubiera aquí una Huri...

Nastya fijó la vista en la entrada de un local. En ella, vio a gente saliendo con bolsas de comida.

NASTYA: ¿Será solidaridad?

Nastya se despegó de la pared y avanzó hacia el local.

NASTYA: ¿O será tráfico?

Nastya vio cómo aquella gente marchaba, con paso acelerado. Con cautela, abrió la puerta. Debido a los generadores de luz, el Bar de la Nación no había quedado a oscuras. No había clientes en las mesas. Toda la gente allí presente aparecía por el sótano. Una única camarera permanecía en la barra.

LAZIRA: Lo siento, esta ronda de comida ya ha acabado. Además, el jefe está a punto de volver.

Nastya se sentó en una banqueta de la barra.

LAZIRA: Y le tenemos preparada una sorpresa. Es peligroso que estés aquí.

NASTYA: No... No entiendo nada.

LAZIRA: ¿Eres nueva o qué?

NASTYA: Sí.

LAZIRA: Ah...

YvYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora