Cuarenta y siete.

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Logan se encontraba solo en un bar, era recién madrugada y aún seguía pensando en lo que había pasado con Catherine. ¿Cómo es que la había perdido tan fácilmente? ¿por qué paso todo? Rodeado por el murmullo de la gente que disfrutaba de la noche. Se sentó en la barra y pidió una copa, buscando un poco de consuelo en el calor del licor.

Un hombre, aparentemente ajeno a la situación de Logan, se sentó junto a él. Después de unos minutos de silencio incómodo, el desconocido decidió romper el hielo.

—¿Puedo hacerte compañía? Pareces necesitar a alguien con quien hablar —dijo con empatía.— Ah, y tranquilo, puedes confiar en mí, no te juzgaré por ser quién eres.

Logan miró al hombre por un momento antes de asentir. Necesitaba desahogarse, y la presencia de un extraño parecía brindarle la seguridad necesaria. Quería sacar de su pecho lo que sentía.

—Estoy pasando por un momento difícil con mi pareja. Las cosas se han complicado mucho últimamente —comenzó Logan, sus palabras cargadas de tristeza.— Yo y mi pareja, o ex, nos separamos. Tenemos un bebé, por una estupidez mía todo acabo.

El hombre asintió.

— ¿Qué cosa hiciste? — Preguntó curioso.

— Al parecer me acosté con otra.

El hombre se sorprendió, bebió de su copa y después hablo de vuelta.

— Wow amigo... sí que esta complicado el tema. 

Hubo una ligera brecha de silencio entre ambos hombres, quiénes bebieron de su copa, el silencio terminó cuando el hombre que acompañaba a Logan habló.

—La vida nos lanza desafíos, y a veces, las personas que amamos también lo hacen. Pero ¿sabes?, es en los momentos más difíciles donde realmente descubrimos quiénes somos y qué queremos —dijo el hombre, sosteniendo su propia copa.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Cuestionó Logan.

— ¿La amas? — Preguntó él de vuelta, Logan bajó la cabeza. 

—La amo con todo mi corazón, pero parece que cada paso que damos juntos es seguido por otro retroceso. No sé qué hacer para arreglar las cosas —confesó Logan, con la mirada perdida en su copa.

El desconocido asintió con comprensión, entendía a la perfección la situación de Logan.

—Amar a alguien no siempre significa que las cosas serán fáciles. ¿Has pensado en lo que realmente quieres para ti y para ella? ¿Estás dispuesto a luchar por eso?

—Quiero que funcione entre nosotros, pero a veces siento que todo se escapa de mis manos. Quiero darle a Tyler una familia.

El hombre asintió comprendiendo el dolor que Logan estaba experimentando.

—A veces, la vida nos pone a prueba de maneras que no podemos entender en ese momento. Pero también nos brinda la oportunidad de aprender y crecer. Si la amas, lucha por ella. A veces, las segundas oportunidades son las que más valen la pena —aconsejó el desconocido.

Aunque no tenía todas las respuestas, el encuentro con este extraño le brindó un momento de claridad y probablemente había iluminado su camino, continúo charlando con él, podía sentir sus hombros más ligeros después de haberse desahogado.

(...)

Domingo por la mañana, los rayos de sol golpearon su cara. Catherine se movió en la cama, esperaba que fuera un sueño o alguna pesadilla mala, quería que Logan estuviera a su lado y la despertará a besos. Eso no paso. Su corazón se rompió, pensó en no darle atención, pero, ¿cómo olvidas a la bala que atravesó tú mundo?

Catherine se puso de pie, bajó las escaleras con cuidado de no despertar a nadie, llegó a la cocina y lo que vio frente a ella la dejó boquiabierta.  

La fragancia de panqueques recién horneados llenó el aire, y se encontró con la visión de su padre, Christian, ocupado en la cocina, con una expresión de concentración y alegría pero también cantándole a su nieto que se encontraba en un porta bebé, ella no recordaba haber visto antes.

—Buenos días, Catherine. ¿Quieres unos deliciosos panqueques para el desayuno? —le saludó Christian, mostrando una sonrisa amable que desconcertó a su hija.

—¿Christian? ¿Haciendo panqueques? ¿Y tan contento? —Catherine preguntó con una mezcla de sorpresa y confusión en su voz.

Christian se rió, dándole la vuelta a un panqueque en la sartén. 

—Bueno, he decidido probar algo nuevo. Quiero empezar a hacer panqueques los domingos por la mañana. ¿Te gustaría unirte a mí?

Catherine parpadeó, sin poder creer lo que veían sus ojos. La relación entre ella y su padre siempre había sido tensa, marcada por desacuerdos y malentendidos. La idea de verlo tan alegre y haciendo un gesto tan inusual como preparar el desayuno la dejó perpleja.

—Está bien, Christian. Supongo que puedo unirme para el desayuno —respondió, todavía procesando la extraña escena frente a ella.

— No me digas así, sabes como puedes llamarme. 

Ella seguía sin creer todo lo que estaba viviendo, sabía que probablemente podía intentar llevarse bien con su padre, después de todo eso era lo único que ella había querido, pero no podía dejar de pensar en todo el daño que le había hecho a ella y por supuesto, también a Logan. 

Miss London & The American Boy. | Logan Sargeant.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora