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—Es el segundo día de nuestra luna de miel —Eleanor se acerca a Susan— y ha sido extremadamente largo.

Se acuesta a su lado en la cama. Y miran ambas al techo, tomándose las manos agotadas, Susan acaricia con su pulgar la mano de Eleanor, voltea a verla para besarla cuándo la puerta se abre de golpe y su hermano entra.

—Dice mamá que bajen si van a querer postre —Eleanor saca la mano de la de Susan rápidamente. Su hermano Marlon de 10 años entró haciendo malabarismo.

—¡¿Que les he dicho de tocar antes de entrar?! ¡Ya vamos!

Susan se levanta de la cama y sin decirle nada, por su reacción de hace un momento, baja en silencio. Al comer el postre, no mira a Eleanor, pero si conversa con todos, admira a los padres de la castaña, todo lo que hacen en un día normal, casi acaba con ellas dos.

Se acuestan en silencio, no se hablan desde que han subido, luego de vestirse para dormir y haberse lavado los dientes la rubia se acuesta, los padres de Eleanor golpean la puerta y entran a darles las buenas noches, besan a Susan acostada en la cabeza haciendo la señal de la cruz en su frente, luego hacen lo mismo con su hija parada junto a la puerta. La rubia voltea tapándose bien para dormirse y queda dándole la espalda a su novia de ojos esmeraldas.

—¿Puedes girar? Me gustaría darte las buenas noches.

—Buenas noches —responde Susan enojada.

—¿De verdad no vas a darme un beso?

—Susan prende la luz de la lamparita de su lado, sentándose en la cama— Entiendo que tengas miedo, de verdad lo entiendo. Pero ¿Sabés cual es mi miedo? Que frente al primer obstáculo o cuando las cosas se pongan difíciles, tú me sueltes la mano y me dejes atrás.

—No haré eso Susan, primero y antes de ser —susurra— mi novia, eres mi mejor amiga.

Susan la mira buscando un atisbo de duda, o arrepentimiento, pero no lo encuentra. Quiere creer que su novia frente a ella poseedora de esos ojos verdes que tanto ama, no la dejará sola.

—Te tocaba a ti asegurar la puerta —le dice Susan— ¿Si nos hubieran visto en una situación comprometida que hubiera pasado?

—Lo sé, perdón, pero no lo hicieron.

—Iba a besarte cuándo entró. De ahora en más si quieres mantener el secreto, lo primero debe ser asegurar la puerta —se agacha y la besa—. Buenas noches —se acuesta y apaga la luz.

—Quizas quiero más de un beso de buenas noches.

La rubia voltea y se acerca a ella por abajo de las sábanas, enroscando sus piernas, para besarse por un buen rato. Las manos bajan de la cintura a sus caderas y aprieta entre besos su glúteo, Eleanor sonríe entre medio de los besos.

—Hay demasiada gente en casa ahora y las paredes son delgadas, demasiado delgadas.

—Lo sé. Es difícil tener así de cerca y no querer ir más lejos.

—Lo entiendo, de verdad. Ya tendremos la oportunidad —acaricia su brazo y la rubia se acuesta abrazándola, apoyando su cabeza entre su cuello y su hombro.

—Quiero ir a la universidad y que seamos roomies, conseguir trabajo en un ciudad lejana dónde nos acepten o no les importe y vivir nuestras vidas juntas, con un jardín lleno de flores adelante, un árbol con un columpio y un perro labrador llamado Pulgas, que seguramente odiaras porque va a dejar pelo por toda la casa.

—Pelo que limpiarias tú. Me encanta ese sueño Reinolds. Pero qué pasa si sucede algo antes de que eso ocurra.

—¿Te escaparías conmigo? —Eleanor la mira— hablo en serio, podríamos ir a dónde queramos.

Mas que amigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora