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El día dió paso a la noche y ellas se despertaron con el sol ya escondido. La rubia sintió el calor de un cuerpo atrás y pensó que era Warren, ni en un millón de años Eleanor podría haber aparecido frente a su puerta ayer,  ni en dos billones, se habría quedado a cuidarla.

—Warren quiero que te vayas, fui clara hace unos días.

—Él se fue hace dos días —responde Eleanor despertándose— yo me quedé.

—Dijiste que estás aquí porque te necesitaba. Es claro que no estoy en mi mejor momento. Pero que te hizo pensar que te necesitaba a ti particularmente, después de 11 años Eleanor.

—No lo sé —avergonzada se levantó de la cama. Ella había tenido un impulso y había corrido a verla, quizás no fue una buena idea—. Yo sé lo que se siente perder un hijo y solo quise estar para ti.

—Estar para mí. 11 años y ahora quisiste estar para mí. Si llegaste aquí, sabes dónde vivo, en todo esto tiempo, pudiste haber estado para mí, al menos podrías haber escrito.

—Ya veo que fue una mala idea venir. Perdón no sé en que estaba pensando.

Se puso su calzado y amago a tomar el bolso de ropa, pero Susan se interpuso.

—¿Al menos tienes a dónde ir? ¿O si acaso sacaste boleto de vuelta, por si no quería verte? —la castaña mirando al suelo niega con la cabeza— quédate Eleanor ya mañana verás que hacer. Si quieres bañarte, tienes —suspira— tienes toallas en el baño. Bajaré a preparar algo, te espero abajo.

Eleanor baja con su bolso y el cabello mojado, lo estuvo pensando y lo mejor es irse, aunque tenga que dormir en la terminal de ómnibus y el aeropuerto.

—Gracias por todo, pero mejor me voy.

—Eleanor, no hay colectivos a esta hora. Llegaras en madrugada, harás que tu esposo te vaya a buscar, despertarás a tus hijos. Quédate y mañana ves que hacer, es más yo misma te llevaré al aeropuerto si quieres. Ahora, hice pollo a la plancha, con pure. Siéntate ya está la mesa puesta.

La mujer frente a ella se parecía a Susan, hablaba como Susan, cocinaba como Susan, y tenía los mismos gestos y tonos de voz, pero no era Susan, no era esa chica de 18 años que había visto por última vez en el parque aquel día, no era la misma chica que la había amado tanto, tanto y que ella amaba tanto, tanto.

Ambas han crecido y la rubia es ahora toda una mujer, fría y algo dura o hasta cruel a veces, pero es que habían pasado demasiadas cosas en su vida, perder al amor de su vida, a su hermano, relaciones fracasadas y lo más reciente perder a su hijo de 7 meses. Ella no esperaba que un día como hoy su pasado tocara a la puerta cuando porque ella la necesitara, la necesito también antes ¿Dónde estuvo Eleanor? No estuvo.

Comen en silencio, la rubia mira ahora si detenidamente a la castaña, ella ha cambiado, ser madre produjo cambios en su cuerpo, claro que no tiene la figura que tenía a los 17, pero tampoco es que este arruinada, solo tiene huellas de la maternidad en ella, el paso del tiempo y la poca actividad física.

—¿Cuántos años tienen tus hijos?

—Louisa 6 y Tanner 4.

—¿Hace cuánto que estás casada?

—6 años.

—¿Cuánto tiempo te tomó olvidarme?

La castaña sube su mirada, para encontrarse con la de la rubia, que la estaba mirando hacía un momento y hasta había dejado de comer.

Trago antes de hablar y toma un poco de agua, la pregunta dejó la comida a medio camino.

—No lo hice Susan, no te olvidé —deja los cubiertos a un lado y corre la silla levantándose—. Pasarón demasiadas cosas en 11 años. Yo entiendo y sé que estás enojada, estás en tu derecho Susan y no voy a justificarme. Pensé en volver por ti, pero sabía que me odiarias ¿Aparecer luego de 4 años?

Mas que amigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora