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20/02/1971

Susan

Me hubiera gustado recibir tu te quiero de la manera correcta ¿Cómo era la manera correcta? Bueno, quizás cada ocasión que estuvimos a solas. Para tu desgracia, y la del destino, yo también te quiero de una manera que no me está permitido hacerlo, que para la sociedad no es lo correcto, y pese a mi obstinada manera de ser, no es algo que me abrume, porque mi certeza más rotunda es que a pesar de todo, te quiero.

Confieso que tu manera impulsiva de manejarte no es lo que más me gusta de ti, a diferencia de las cosas que si me gustan, como tu manera de hacerme reír soltando una bobada, o cuándo me das tu última gomita de frutilla que se que es tu favorita pero me la regalas a mí y yo sin descaro la acepto, porque me encanta ver tu sonrisa y como me miras cuándo la como, me encanta también como se siente tu perfume en verano, pero cómo dijiste esta no es una carta para halagarte para eso ya habrán otras cartas. No me gusta tu impulsividad Susan, claro que no siempre, pero en situaciones puntuales que impliquen violencia, la odio. Pese a que me gustes, del gustar que no es de amistad, yo no soy ni una propiedad, ni un objeto, por ende no te pertenezco, aunque en alguna manera lo hago, nadie jamás tendrá lo que tu tienes de mí, y es mi corazón, y no quiero ser una cursi, porque no es mi estilo, ni exagero porque soy una adolescente hormonal que lleva enamorada de su mejor amiga, mucho más tiempo del que debería o del que alguna vez se admite a si misma. Pero ten una cosa por seguro Susan Reinolds, si alguna vez vuelves a reaccionar de la manera en la que lo hiciste el viernes, me enojare tanto que no te dirigiré la palabra, ni siquiera por carta. Yo por mi parte te daré el beneficio de la duda ante alguna situación similar.

Te quiero, de un te quiero que no me está permitido hacerlo, y aunque no se me permita, te quiero.

PD: Lo que quedó pendiente, puede dártelo hoy al final de clases, claro tendrás que esperarme en los baños de la biblioteca esta vez.

E

El alivio inundó el alma de Susan y lloró de felicidad, porque no solo Eleanor había admitido quererla, sino también estar enamorada de ella ¿Podría haber algo mejor que eso? Sus besos.

Susan cómo nunca antes jamás, se dirigió a la biblioteca y comenzó a hacer sus tareas pendientes, una nueva oportunidad implica hacer las cosas bien, desde todos los puntos de vista, entonces iba a comenzar con ser una buena alumna, como se lo había prometido a Eleanor. Se concentró tanto en lo que hacía, que solo se dió cuanta de la hora, cuando la silla se corrió delante de ella y la castaña se sentó.

—¿Tienes ganas de ir al baño o no?

Susan sonrió, tomó sus cosas, guardando todo rápidamente y se dirige al baño, dónde Eleanor la espera apoyada de brazos cruzados sobre el lavamanos. Ella tira la cuña con la que traba las puerta al piso y la pone de traba para que nadie entre, por las dudas y las interrumpa.

Susan tira la mochila al suelo y se acerca a la castaña con unas ganas insanas de ella, la abraza y la besa, tanto, tanto que al separarse los labios de ambas están hinchados.

—Te extrañé, te extrañé tanto estos días —la rubia acuna el rostro de la castaña entre sus manos— cuándo no estás, se me hace difícil hasta respirar ¿Porqué no me has hablado o mirado? ¿Porqué me haces eso Eleanor? Con lo mucho que te quiero.

—La joven de ojos esmeraldas sonrió—Así que me quieres ¿Qué dirían las tontas porristas de su capitana que quiere a la nerd?

—Me importa una mierda lo que ellas o cualquiera piense.

—¿Incluso la sociedad? ¿Tus padres, familiares y amigos? —voltea a verse al espejo y se lava la cara con agua fría— ya sabés que jamás nos dejaran en paz, a pesar que la comunidad LGBT ya se creó hace dos años, que dos chicas se amen no está bien visto.

—A mi no me importa lo que la sociedad diga, haga o piense. Yo sé que te quiero y si estuviera mal, no se me permitiría quererte,  no de la manera en la que lo hago.

—Pero a mi si me importa Susan. Yo quiero tener una carrera universitaria y formar una familia.

—Podemos tenerlo juntas, podemos formar una familia y...

—¿Y qué? ¿Crees que nos dejarán en paz? Dos mujeres teniendo hijos. Nos quitarán los niños en cuento se enteren. Yo quiero tener una familia normal, de una papá y una mamá, eso es lo que se espera de mí y es lo que debo darles a mis padres.

—¿Y que hay de lo que tú quieres? ¿O de lo mucho que yo te quiero? ¿No te basta acaso? —Eleanor se quedó callada— ojalá te bastara, ojalá lo haga algún día y no pienses que porque somos adolescentes esto es un capricho, porque estoy segura de lo que siento, muy segura. Jamás te olvidé Eleanor y jamás lo haré, y ahora con mis 17 años, te prometo, no, te juro por mi vida, que no me casaré con nadie que no seas tú.

—No digas tonterías Susan —voltea a verla— tenemos 17 años y toda una vida por delante. Ni siquiera sabés que comerás mañana y me juras algo que no podrías cumplir.

—Lo cumpliré Leny, lo haré, te acabo de dar mi palabra —saca la traba de la puerta, abre se cerciora que no haya nadie cerca— te diría que desearía ser hombre para estar juntas, alguna vez lo desee, pero no, porque ambas sabemos que jamás te hubieras fijado en mí, si hubiera sido hombre. Y Leny —se acerca y le roba un beso fugaz— te quiero.

Susan sale como si nada le hubiera pasado, cómo si hace un momento no ha estado con el amor de su vida, haciéndole una promesa, que Leny desestimó incrédula. Susan siempre ha tenido un don nato para la actuación, ha aprendido demasiado bien desde que era tan solo una niña a ocultar sus estados de animo o a fingir para agradar a otros, claro que su apariencia le añadía un plus, una rubia de ojos color avellana de pestañas naturales largas, quijada firme y pómulos prominentes le dan un porte magnético. Cuándo ambas están juntas no pueden hacer más que competir en belleza y las miradas de ellos pasan de una a otra, pero ellas solo quieren estar entre ellas. A las chicas le gustan las chicas.

Leny se ríe de si misma incrédula y enojada. Ella alguna vez soñó con casarse y tener una esposa, que mejor que su mejor amiga, su primer beso y su primer amor. Pero Leny había crecido y junto con el cambio de los dientes de leche, vino su cuota de realidad, el mundo no está preparado para un amor diferente, que dos personas del mismo sexo se gusten no es "normal" según la sociedad. Entonces se escondió, escondió lo que en verdad es, lo que siente. Susan está dispuesta a ir contra todo y todos, Leny no, es valiente en sus dosis justa, ella no se siente capaz de enfrentarse a la sociedad y el mundo. Esa cobardía le valdrá la felicidad unos años, y deseará con todas sus fuerzas haber sido más valiente, por ella, por Susan y por su sueño. Pero lo será, por Collete.

Mas que amigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora