LA PRINSHEZA YUMEKO

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- Un mes después –

Hoy teníamos el día libre como caballeros mágicos, así que decidimos con Nozel estar el día entero en nuestra casa, descansando.

Estaba en mi tocador peinando mi cabello, cuando sentí cómo un par de brazos me rodean y apretujan fuerte, pero sin lastimarme.

Pego un pequeño brinco, pero al segundo embozo una sonrisa, al ver por el espejo a Nozel mientras el deposita un beso en mi mejilla.

Escucho cómo inhala en mi cuello y me vuelve abrazar.

—¿Qué sucede? — pregunto con una sonrisa

—Nada, quería abrazarte— dice con sus labios pegados a mi cuello.

—Bien.

—Te propongo algo — me dice alzando su rostro y cruzando nuestras miradas a través del espejo

—Dime.

—Tengamos un picnic.

—¿Dónde?

—En la casa del lago.

—¡Si! — exclamo feliz y el emboza una sonrisa ante mi reacción

—Hecho — me da un pequeño beso en los labios — diré que nos preparen todo.

—¡Bien! — digo y me dispongo a preparar algunas cosas ya terminar de arreglarme.

***

Llegamos a la casa del lago y noté que había un poco de polvo.

—Puf, tiene mucho que no venimos — dije mientras recorría con mi mirada la casa

—Se me olvidó decirles a mis sirvientes que en un determinado tiempo tenían que venir a asear.

—Está bien, menos mal, no es mucho.

Sacamos algunas cosas como copas o platos.

Salimos a la orilla del lago, que como siempre, estaba impecable.

—Jamás me cansaré de venir aquí— digo por debajo

Nozel preparó todo.

Eran las tres de la tarde, así que procedimos a comer y tomar un poco del vino que había traído de la otra casa.

— Me alegra que te hayas reconciliado con Yami — dice e introduce un bocado de comida a su boca.

— Sí, aunque no fue tanto que nos peleáramos... solo, eran celos de hermano, supongo — me encogí de hombros — hablé con él, una vez que volvimos a la normalidad con las misiones de orden.

*FLASHBACK*

Abrí la puerta de su oficina.

—¿Qué quieres? — me dice

Estaba sentado en su silla, con las piernas recargadas sobre su escritorio, y en su boca traía un cigarro encendido, el cual ya iba a la mitad.

—¿Hasta cuándo piensas seguir con esto?

—No entiendo a qué te refieres— se hace el desinteresado

—Tu sabes a lo que me refiero— digo adentrándome a la oficina y cerrando loa puerta— haz estado ignorándome, incluso ni me has dado misiones — me cruzo de brazos.

—Ah, eso.

—Si.

—No, no es nada.

—Ah, ¿no?

UN AMOR EXTRANJERO | NOZEL SILVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora