CABALLEROS REALES

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Idiota.

Basta, Yumeko. Deja de estar nerviosa. Ayer habían sido los exámenes, todo había estado excelente hasta el momento en que las cosas comenzaron a complicarse. Asta no pudo pelear contra el chico de Amanecer Dorado.

Decidí salir de la base un rato debido a que todo estaba un caos, la tensión y depresión, sumando eso a mi ansiedad por saber si pase el examen o no, espero que si, significaría mucho para mi el pasarlo y tendría el reconocimiento de mi hermano mayor. Espero que algún día deje de llamarme mocosa, es muy vergonzoso que me llame así cuando ya tengo veinticuatro años.

Brrr... Brrr...

Hace rato que mi estómago ruge rogando por un poco de comida. Agudicé mis oídos y pude escuchar un río.

—Perfecto— dije cuando llegué

El lugar era perfecto, se respiraba paz y tranquilidad. Junté leña y comencé hacer fuego con ayuda de dos rocas. Una vez listo eso pesqué dos pescados y los puse asar. Tiempo después comí. 

Decidí meterme al río a bañarme, el lugar era lejano así que no creo que pase alguien por aquí. Dejé mi espada en una piedra grande que estaba cerca del río, me quité el manto y posteriormente toda mi ropa.

Decidí flotar un rato dejándome llevar un poco por la corriente lenta que tenía el rio pero me enderecé en cuanto sentí una presencia cerca, traté de esconder mi cuerpo detrás de la piedra grande mientras buscaba a la persona.

Miré a todos lados hasta que lo visualicé, sentí cómo el corazón me daba un vuelco y quería que me tragara la tierra.

Justo enfrente estaba el odioso capitán de las Águilas plateadas, ¡¿Pero qué hace el aquí?!

De todos los lugares y personas en este mundo.

El capitán volteó como si hubiese sentido mi presencia, nuestras miradas se cruzaron y pude notar cómo abrió sus ojos de sorpresa y sus mejillas se sonrojaron al mismo tiempo que una vena aparecía en su frente.

—¡¿Extranjera?!— gritó enojado dándome la espalda

Tardé un tiempo en contestar, estaba en shock. Espera, Yumeko no, la que tiene que estar enojada eres tu, no él.

—¡¿Qué se supone que hace aquí?!— grité enojada tapándome lo mas que pude

—¡Lo mismo pregunto!— dijo ahora cruzado de brazos

—¡Oh no, yo vine a distraerme un rato!— dije indignada— lo pensé de cualquier hombre menos de usted, pero con esto solo me confirma una cosa— dije negando con la cabeza— ¡Usted es un pervertido!

—¡¿Un qué?!— dijo enojado y temí por mi vida

Aunque está claro que la victima aquí soy yo.

—¡Así es, de seguro en sus ratos libres hace eso— lo señale con mi dedo índice aunque el me seguía dando la espalda

—No soy ese tipo de hombre, te equivocas— dijo, ahora su voz era más calmada

—¿A no, entonces qué hace aquí?

—Los motivos por los que estoy aquí no te incuben.

—Entonces si es lo que parece, le diré de esto a mi hermano mayor, ya verá...

—Tsk.

—Y también al Rey Mago— bien esto lo dije solo para ver su reacción

—¿Por qué no mejor te vistes y aclaramos esto como debe ser?—preguntó  irritado

UN AMOR EXTRANJERO | NOZEL SILVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora