TIC TAC, TIC TAC

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El entrenamiento de hoy había sido un tanto ligero, oh, tal vez no es ligero, pero como mi cuerpo ya se va acostumbrando es que lo siento así. Aunque hoy me ha dicho Mereoleona San que a como se vayan acercando los días para la ida a la guerra contra el diablo de la Pica, el entrenamiento será más vigoroso.

Doy gracias que me hizo su discípula, ya que no manejo tan bien mi maná, y ahora, gracias a esto puedo tener mejor manejo de mi ki con la hechicería.

Aún si mis ventajas son por mi estilo de combate, en este reino el maná lo es todo, si estuviera en mi país, mis batallas serían mucho más fáciles. Aquí solo uso mi cincuenta por ciento.

"¿Cree usted que puede ser mucho más fuerte que cualquier capitán del Trébol?" Aquella ocasión... si hubiera dicho que sí, simplemente me tacharían de loca, y no hubieran aceptado mi relación con Nozel. Ojalá pronto pueda ayudarlo a entrenar el ki, aunque no sé qué tan bien se le dé a él aprender a usar el ki.

Hoy habíamos venido con Nozel al castillo, ya que, nos habían citado con la intensión de otorgarme una institutriz para enseñarme modales. Lo veo innecesario, pero creo que es el precio que debo pagar por estar con Nozel.

Con tantas misiones y cosas qué hacer, ni siquiera pasaremos tanto tiempo en el castillo como para que se enfoquen en estas cosas.

—¿Qué? — me pregunta Nozel

A veces suelto maldiciones en mi idioma natal y se me olvida que Nozel aún no lo maneja.

—Esa es nueva— me dice

—Lo siento— sonrío

—Solo me he aprendido dos— chasquea la lengua divertido—, se me complica mucho tu idioma, ¿cómo es que tu lograste aprender tan rápido el de aquí?

—Tampoco lo hice tan rápido— digo avergonzada— hay veces que todavía me cuesta entender, sobre todo cuando alguien habla muy rápido.

—Bueno, eso pasa con cualquier persona— dice divertido

—¡Nozel Sama! — se escucha a nuestras espaldas — el señor Silva los espera en la sala.

—Pensé que nos veríamos en el comedor.

—También tenía entendido eso, pero Silva Sama ha decidido eso de último momento.

—Bien, gracias— dice Nozel

Nos dirigimos a la sala, ahí estaba el padre de Nozel y tres personas.

Un hombre alto delgaducho, vestido de forma extravagante, los colores de su ropa no combinaban, pero hacían un contraste muy cómodo a la vista, sus manos eran adornadas con anillos y su cuello con collares brillosos, en uno de sus collares traía el dije de un águila de plata. Me miraba con una sonrisa grande, como la sonrisa de un niño cuando le regalan algo que lleva tiempo pidiendo.

La otra persona era Una señora seria, labios rojos, anteojos, vestida completamente de negro, me mira con notable desprecio, traía consigo una varita en su mano derecha y en la izquierda una agenda.

La tercera persona era una mujer joven. Vestía de un vestido rosa, un cinturón rojo, su cabeza era adornada por un sombrero discreto y elegante, sus ojos eran azules, de un azul tan claro como las lagunas.

—Hemos llegado— anuncio Nozel apenas entramos

—Bienvenidos— dice su padre— tomen asiento— nos indica con su mano que nos sentemos a su lado.

Las tres personas que había visto hace un momento se pusieron enfrente de nosotros.

El señor Silva carraspeó y se puso de pie.

UN AMOR EXTRANJERO | NOZEL SILVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora