MISIÓN ESPECIAL

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Nozel pasa su dedo pulgar derecho por mi boca, y yo jadeo.

Puedo sentir como mi saliva cubre su dedo. Abre un poco más mi boca e introduce dos dedos en ella, ahogando mis gemidos.

Con su mano izquierda acaricia mi seno derecho.

Saca sus dedos de mi boca y los introduce en mí.

Arqueo mi espalda y me dejo llevar por el movimiento de sus dedos.

Después de un rato, con su pulgar, estimula mi clítoris a lo que yo gimo fuerte.

Muevo mis caderas en respuesta, pidiendo más, a lo que Nozel saca sus dedos de mí y los mete a su boca.

Y como si hubieran encendido algo dentro de mí, me siento aún más excitada ante la imagen que tengo enfrente. Este hombre nunca me deja de sorprender.

Nozel me abre más las piernas, baja y me da placer con su lengua.

—Ah, Nozel — gimo

Últimamente, me hace llegar a varios orgasmos durante el periodo que dura nuestra intimidad.

Solemos durar un poco más de una hora, cuando es un día ordinario. Pero mañana tenemos libre ...

Una vez que llegué al orgasmo, sube y me penetra nuevamente.

Enredé mis piernas en su cintura.

Y me dejé llevar por el momento, entregándome enteramente a él.

***

—Fuerte — gemí al sentir el orgasmo cerca

Nozel se movió con más fuerza, amaba que pudiera distinguir entre ir más rápido y más fuerte.

Tomé la espalda de Nozel, rasguñándola levemente.

A los pocos minutos llegué al orgasmo lanzando un gemido como nunca lo había hecho.

Nozel me mira y emboza una sonrisa divertida mientras sigue moviéndose con el mismo ritmo y fuerza.

Conocía esa cara, era de orgullo, orgullo de poder hacerme llegar al máximo placer, y que mis orgasmos eran por él y para él.

***

—Buen día — saludamos entrando al comedor real

El señor Silva y los hermanos de Nozel ya estaban ahí.

—Disculpe, ¿gusta té o café? — me preguntó el mesero una vez que me senté

—Quisiera un té— sonríe — gracias.

—Enseguida— hizo una reverencia a lo que yo lo imite, solo que la mía solo fue con la cabeza y con menos inclinación.

—¿Hasta cuándo seguirás inclinándote, Yumeko? — me pregunta el señor Silva

—Lo siento — rio por debajo — en mi país es normal, se hace con todos sin importar quién sea, es señal de respeto, así que se me hace raro no hacerlo.

—¿Tenerle respeto a la muchedumbre? —señala Solid burlón — somos de la realeza, ellos nos deben respeto a nosotros. No son más que unos cerdos, parásitos.

 No son más que unos cerdos, parásitos

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UN AMOR EXTRANJERO | NOZEL SILVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora