CONTACTO

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—No, claro que no— me vio serio— como alguien de la realeza y capitán tengo que atender muchas cosas y me queda poco tiempo— desvió la mirada

—Debe ser difícil— dije pensativa— aunque, Yami no parece esforzarse tanto, se la pasa metido en el baño.

—¿En el baño?— frunció el ceño extrañado

—Si, es su deporte favorito— dije divertida

Probé la ensalada pero le faltaba un poco de condimento, así que estiré mi mano para alcanzar el salero. El capitán Nozel hizo lo mismo y nuestras manos hicieron contacto, mi mano quedó abajo de la suya.

Pude sentir un ligero cosquilleó en mi estomago, inconscientemente llevé mi mano izquierda a éste y fruncí el ceño, ¿Qué es esto, me iré a enfermar? Probablemente me pase por estar burlándome de el capitán.

Vi una gota recorrer la sien de Nozel.

—Perdone— dije y sus dedos recorrieron ligeramente la parte de arriba de mi mano mientras soltaba el salero —no pensé que lo fuese a usar.

—No— dijo y acercó el salero hacia mi— puedes usarlo.

—¿Seguro? No tengo ningún problema con que lo utilice usted primero

—No, esta bien, úsalo— dijo y procedió a seguir comiendo

Tomé el salero y todo volvió cómo si no hubiera pasado nada.

Seguimos cenando y tiempo después seguimos platicando de otras cosas.

—Capitán Nozel

—¿Si?

—Tengo entendido que mañana tendrán un junta donde expondrán a aquellos que irán al Reino del Corazón a entrenar.

—Así es.

—¿Usted será uno de ellos?— pregunté y me llevé un bocado a la boca

—No—dejó su cubierto sobre el plato—la verdad es que no creo que haga falta que vaya. Puedo entrenar por mi mismo... ¿Tu irás al Reino del Corazón?— preguntó y puse notar cómo su mirada cambiaba de dura a suave

—No— dije y su cuerpo se relajó— estuve hablando con Yami y llegamos a la conclusión que es buen momento para que ambos entrenemos juntos, hacernos fuertes juntos— sonreí— además que ahora mi nueva arma es una katanna y necesito aprender a luchar con ella.

—No creo que sea difícil, ya antes manejabas una espada—dijo mientras cortaba un pedazo de carne

—Si, también lo creo— tomé de mi bebida— además que no fue muy grata mi visita al Reino del Corazón— dije con una sonrisa recordando cómo llegué a ese Reino.

—Es cierto, escuche que ellos se pusieron en contacto con el Reino del Trébol para poder trasladarte.

—Si, a mi parecer fue un poco exagerado pero entiendo las medidas de seguridad.

Una vez que terminamos de cenar el cocinero volvió a salir de la cabaña pequeña y se llevó todos los platos sucios.

—La cena estuvo deliciosa— dije sonriendo

—¿Quieres que pasemos al postre?

—¿Hay postre?— pregunte sorprendida

—Claro. No estaría bien cenar y no tener postre.

Lo miré pensativa.

Yo nunca tuve esa clase de normas a la hora de comer. Definitivamente los de la realeza llevan otro tipo de vida.

UN AMOR EXTRANJERO | NOZEL SILVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora