UNA CARTA

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La investigación de los diablos se expandió y en esa búsqueda se encontró a una persona que poseía una maldición grande en el Reino del Corazón, esta persona resultó ser la misma Reina del Corazón. Cuya maldición la asesinaría en un año.

Esa fue el informe que dieron los chicos una vez que nos reunimos todos en la base; Después de lo que vimos en el Reino del Diamante regresamos a la base. Finral, Noelle, y Asta ya estaban ahí de regreso.

El Rey Mago había convocado hoy nuevamente a los capitanes para dar ambos informes. El entrenamiento de los chicos aún no comenzaba, así que pasarían un tiempo más aquí con nosotros.

Aun no sé a qué nos enfrentamos, pero por lo visto, soy candidata a poder enfrentarme a un diablo. Según los chicos, solo aquellos que poseen un rango de magia arcano o cero son candidatos para hacer frente a estos diablos.

***

—¡Capitán Yami!— exclamó Vanessa

—He, ya legué— dijo sin más

—Bienvenido—dijimos ambas

—He, Yumeko— se volvió hacia mi

—¿Qué pasa?

—Tenemos que hablar, acompáñame— dijo y siguió caminando

Vanessa y yo nos miramos un segundo, me paré y seguí a mi hermano.

Caminamos hasta llegar a su oficina, fruncí en ceño, Yami no era de hablar con nosotros en su oficina.

—Cierra la puerta— dijo y obedecí

—¿Qué pasa, Yami?

Se recargó en la orilla de su escritorio, prendió su cigarro, jaló de el y me miró en silencio.

Procedió a contarme todo lo de la reunión de hoy.

—A los demás se los diré en le cena— concluyó diciéndome

—¿Solo así podría haber la posibilidad de salvar a Asta, no?

—Si, el rey Mago aplazó su condena, el señor balanza de la realeza aceptó.

—Bueno, ya es algo.

—Yumeko... te lo volveré a preguntar, ¿estás segura de quedarte en el Reino del Trébol?

—Si— tragué saliva— no necesito ir a ningún lado, puedo hacerme fuerte aquí.

Expulsó humo de su boca.

—Además— seguí diciendo— pasé muchos años lejos de ti, lejos de tus bromas, lejos de tu protección. No pienso desaprovechar ningún día.

Sonrió de lado divertido.

—Eres una cursi.

Sonreí de igual forma y le di un pequeño golpe en el hombro.

—Está bien— dijo sonriendo

—Y también me prometiste entrenar juntos— me crucé de brazos

—Es cierto, se me había olvidado.

—Tsk— negué con la cabeza divertida— ... aunque— dije y me volteó a ver—¿por qué insistirme en si quiero ir al Reino del corazón?

Guardó silencio.

—Tengo mis razones— tiró el cigarro al suelo y lo aplastó con la punta de su bota para apagarlo

—¿Y cuáles son esas?

Cerró los ojos.

—No quiero que seas débil antes ellos.

UN AMOR EXTRANJERO | NOZEL SILVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora