Capítulo 62

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Eros

Aún Shein no daba índicios de despertar. Ni un movimiento, un espasmo, nada. Simplemente estaba ahí. Quieta.

He buscado mil y un maneras de hacerla despertar, y ninguna funciona. Le he hablado, acariciado, besado, pero no lograba nada. El doctor dijo que era algo normal debido a las condiciones que fue encontrada. Pero si no veo que aunque sea mueva un dedo, voy a enloquecer.

Es el quinto día, sus heridas han mostrado mejoras. No ha habido dificultades o sustos que nos haya hecho correr. Cada segundo estoy al pendiente de ella. Tuve que pedir una camilla extra para colocarla al lado de la suya. Detesto dormir sin mi esposa. No puedo dormir sin tenerla a mi lado.

Juego con los anillos que pedí el mismo día que nos trasladamos a la habitación. Varios recuerdos viajan a mi mente en estos momentos.

Cuando le propuse matrimonio aquel día bajo la lluvia.

Cuando el primer día juntos iba sin calzado.

Cuando reímos en la comida después de haber bromeado.

Tantos bellos momentos que deseo volver a repetir. Camino por la habitación para ir por un vaso de agua, giro a verla y me duele que ella se encuentre en esa posición.

Bebo el líquido para dejar el vaso en la mesita. Voy a la camilla para acomodar las almohadas que están ladeadas.

—Cinco días pequeña, han pasado cinco días desde que estás conmigo—acaricio su cabello—Y no has abierto ese par de iris que amo.

Tomo su cuello con delicadeza para levantarlo y poder hacer mi trabajo. Veo el maldito tubo que provoca es quitárselo y tirarlo lejos de mi vista. Al menos ya le han quitado la vía de la sangre. Bruno se puso histérico al saber que la transfusión fue de alguien desconocido y no de alguno de nosotros.

—Cuando volvamos a casa, karl estará muy feliz al igual que Beatriz—comento para contemplarla—Te echan mucho de menos. Yo también te extraño mucho pequeña.

Miro sus manos en busca de alguna reacción, jamás tuve tantas esperanzas o fe. Hasta el día que la corazonada me dijo que debía buscarla. Hay almas que están conectadas. Podrán están lejos, enojadas o perdidas, pero esa conexión es algo tan raro e indescriptible. Al igual que única. Se necesita de mucho amor y admiración hacia la otra persona para que funcione.

Un par de pasos llegan a la puerta, tocan varias veces y me dirijo a abrir. El doctor llega para sonreír.

—¿Cómo se encuentra?.

—Aún no despierta.

Lo dejo pasar para que revise a la razón de mi existir. Deja la pequeña carpeta en la mesa para revisar la vía, el pulso, su estado.

—Fuera de que pronto debemos cambiar la vía—fórmula—Todo está en orden.

Un alivio

Su recuperación ha ido de mejor a mejor, pero no lo suficiente para hacer que se levante de esa maldita cama y me mire, me bese o me mande a la mierda. Que me reproche o reprenda por verle el culo descaradamente.

—Señor Vasileiou, debo informarle ciertas cosas sobre la señora Vasileiou.

No más malas noticias

Zeus, Hades, dioses ya no más

—Dijo que todo estaba en orden—replico tosco.

—Si, todo está en perfectas condiciones. Solo que...

—¿Qué?.

Estoy por perder los estribos de nuevo

—Sabe que su esposa sufrió de abuso sexual al igual que golpes y cosas peores—solo el mencionar eso, se me revuelve el estómago—Hemos descartado cualquier amenaza que pueda haberle creado estos episodios, incluso un embarazo.

1:La Muñeca de la mafia [Mentiras Y Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora