Capítulo 88

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Un mes. Había pasado ya un mes desde que volví a ver a mi familia. A mi mejor amiga. Pero sobre todo. A la única persona que a pesar de muchos altos y bajos se transformó en el amor de mi vida, mi compañero, amante, mi mayor rival y el futuro padre de mis hijos.

Nunca creí que echaría de menos a esa migraña arrogante, pero , a decir verdad lo extrañaba más de lo que desearía. Al principio no podíamos vernos ni en pintura . Y ahora nos necesitamos el uno al otro para poder completarnos.

Es curioso como podemos aferrarnos a una persona , volverla nuestro oxígeno y nuestras ganas de seguir luchando. Y eso . O el y estos pequeños que están en mí, son mi motivo para no perder la esperanza de que lograré salir de aquí y tener la familia que nunca creí que tendría .

Miraba a mi alrededor en busca de alguna salida pero nada. Ni siquiera una puta ventana había en esta pocilga.

¡Acaso esta gente no se da cuenta de que estoy embarazada!

Creo que no...

Las cadenas en mis muñecas ya me habían irritado demasiado, podía ver los colores que ya se habían tornado en ésta. Llevaba un mes tratando salir de aquí pero no he logrado nada, y menos con esta enorme barriga.

Unos silbidos se hicieron presente al otro lado de la puerta. Cerré mis ojos y suspiré , lleve mis manos a mi vientre donde mis hijos se encontraban inquietos. Una lágrima rodó por mi mejilla, no quería que nada malo les pasara ; pero tampoco quería que nacieran aquí en este lugar. Donde no había nada. Y donde estaba el.

El lunático que se obsesiono conmigo.

-¡Buenos días mi amor! ¿Cómo estás? -Se agacho hasta quedar frente a mí el muy cínico con una sonrisa-. ¿Adivinen que les trajo su padre?-abrí mis ojos y lo mire.

Ya me había acostumbrado a esa horrible apariencia que tenía

-Ellos no son tus hijos -dije entre dientes. Desde que supo de mi embarazo ha dicho que es el padre de mis hijos, pero no es nada más que un maldito enfermo de mierda.

La sonrisa que tenía en su rostro se borro completamente al escuchar lo que le acababa de decir.

-¿Qué dijiste? -me miró con ira y suspiro con pesadez. Cómo si estuviera a punto de explotar.

-Lo que escuchaste. Ellos. No. Son. Tus. Hijos.-pronuncie palabra por palabra. Su mano golpeó fuerte mi mejilla, obligándome a doblar mi rostro. Sentí el sabor de la sangre en mis labios. No era la primera vez que esto sucedía, ya hace meses que presencié cosas mucho peores por su parte. Solo quiero que no sea así por mucho.

Esto se había convertido en una rutina

-¡No vuelvas a decir eso! -me gritó-. ¡Ellos son mis hijos. Nuestros hijos te guste o no!.-tomó mi rostro he hizo que lo mirara. Las lágrimas que estuve conteniendo por mucho tiempo estaban presentes. No lloraba por miedo ni dolor. Lloraba de impotencia, de rabia. Volver a esta posición solo me trae malos recuerdos.

Recuerdos que me dolieron al superarlos.

-Perdóname amor...Perdóname sabes que no era mi intención -me acarició el rostro y limpio mis lágrimas para luego darme un beso que nunca en mi vida , incluso después de muerta correspondería -¿sabes que eres el amor de mi vida y la futura madre de mis hijos, verdad?.-su tono era desesperado -Sé que te he lastimado mucho, tampoco me arrepiento de ello. Pero debemos tratar de llevarnos bien por nuestros pequeños.

Al ver que no decía nada se levanto y fue por la única persona que en verdad se ha portado muy bien conmigo desde que llegué aquí. Mis ojos vieron a ese señor de ojos grises que me miraba con horror al ver mi labio. Se acercó a mí a paso apresurado y me examinó para ver si estaba bien.

1:La Muñeca de la mafia [Mentiras Y Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora