Era extraño.
Era demasiado extraño que un sábado por la tarde estuviera viendo una película con su tía Grace. Desde que había llegado a aquella casa, nunca había pasado un sábado con Grace, a menos que fuera en la cafetería. Con Anna sí. Mientras ella veía una película o estudiaba, Anna se concentraba en escribir sus novelas. Grace sólo vivía por y para la cafetería y nunca la había cerrado, ni siquiera estando enferma.
Sin embargo, aquella tarde había tenido una buena excusa. André, su ayudante de cocina, quería pedirle matrimonio a su novio y para ello necesitaba la cafetería vacía, pues de otra forma, no sería nada romántico.
Cassie había agradecido aquella proposición de matrimonio, porque de esa forma podría pasar algo de tiempo de calidad con Grace.
¿Podría haber algo mejor que estar con su tía viendo La La Land?
Además, había agradecido distraer un poco su mente.
Desde que había salido de casa de los Danforth, se había colocado una extraña sensación en su estómago. Algo que Cassie identificó rápidamente como nostalgia. Echaba de menos tener una familia de verdad. Era cierto que ella, de una forma u otra, había construido una familia con sus tías, pero ella echaba de menos tener a sus padres cerca. Tener esa conexión que solo se puede tener con las dos personas que te han visto nacer, te han enseñado a caminar y los valores la hacían ser la persona que era en ese preciso momento. Y quería muchísimo a sus tías y se llevaba muy bien con ellas, pero no era lo mismo. Y esa nostalgia (a veces transformada en tristeza) que se colaba muchas noches en su habitación, se intensificaba cada vez que veía a uno de sus amigos con sus padres o, en ese caso, a Tyler con su familia.
De pronto, sonó el timbre de casa. Ambas se miraron a los ojos, extrañadas. No esperaban a nadie. Anna estaba en Chicago, Alex estaba con su novio y Emily... no sabía muy bien dónde estaba Emily, pues últimamente no hablaban demasiado. Así que las posibilidades de que alguien conocido estuviera al otro lado de la puerta, eran nulas.
—¿Abro? —preguntó la morena.
—Será alguien intentando vender algo.
Cassie se encogió de hombros. Su tía llevaba razón. En cambio, algo le decía que debía abrir la puerta.
—Voy a abrir.
Grace paró la película, mientras que Cassie se levantaba y se dirigía hacia la puerta.
—No la pares, me la sé de memoria —Grace asintió y continuó viendo la película.
Agarró el pomo y tras girarlo, abrió con cuidado.
Para su sorpresa no era alguien intentando vender algo, ni nadie a quien pudiera despachar con facilidad, si no Tyler Danforth.
Vestido con su típica chaqueta vaquera azulada, una camiseta blanca y unos pantalones negros, esperaba al otro lado de la puerta. Y lo primero que se le ocurrió decir a Cassie fue:
—¿Qué haces aquí?
—Hola, ¿qué tal? Yo también me alegro de verte —ironizó Tyler.
—¡Pero si te he visto hace unas horas!
—Bueno, pues nada, me voy.
Tyler se dio la vuelta, fingiendo que se marchaba indignado, pero Cassie lo sujetó del brazo. Justo lo que él quería que ella hiciera.
—¿Qué quieres, Tyler? —sentía curiosidad, aunque en el fondo sabía la razón de que estuviera allí.
—Llevarte a la fiesta de Ryan.
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Último curso en Westhill River
RomanceEl último curso de instituto parecía ser igual que los demás. Sin embargo, una charla con la orientadora hace que Tyler y Cassie se replanteen su futuro. Tyler Danforth es uno de los mejores jugadores del instituto, pero si quiere ir a una buena un...