—No hemos podido comentar la tremenda chapa que nos ha metido la señora Cox —se quejó Emily saliendo del instituto.
Tras haber tenido toda la mañana cargada de clases (presentaciones más bien) y de haberse visto los tres juntos solo en un par de ellas, por fin se podían juntar, aunque fuera camino a sus casas.
—Uff, ya ves. Creo que esa mujer debería cambiar de discurso de vez en cuando, se repite más que el ajo —continuó Cassie.
—Lo único interesante que ha dicho ha sido acerca de la feria de extraescolares —confesó Alex.
—Cierto.
—Mañana venimos, ¿verdad? —les preguntó Alex bastante interesado, mientras se acercaban al coche.
—¡Sí, claro! —Emily estaba muy animada—. Tengo que enterarme de cuándo van a ser las pruebas para animadora.
—Yo tengo que elegir nuevas extraescolares.
—¿Vas a apuntarte a más? —preguntó Cassie en cuanto llegaron hasta el coche.
—Sí, necesito tener un buen currículum. Tengo que entrar en Harvard para ser...
—... el primer presidente negro gay de los Estados Unidos —dijeron Cassie y Emily al unísono y se echaron a reír.
Habían oído aquella frase tantas veces que habían perdido la cuenta. Alex puso los ojos en blanco y abrió el coche.
—Cass, vas a venir, ¿verdad? —la morena negó con la cabeza.
—¿Es que no piensas venir mañana a la feria?
—No lo creo. Ya sabéis que yo tengo mis clases de piano, así que las extraescolares del instituto me interesan... una mierda —confesó.
Y era cierto.
Durante todos estos años no había estado interesada en las extraescolares que había allí. Ninguna le llamaba la atención y sus clases de piano contaban en su expediente como extracurriculares, así que no tenía ningún interés en acudir a la feria, tal y como los pasados cursos.
—Oh, vamos, pero lo pasaremos bien los tres... Hace tiempo que no la liamos.
—Eso no lo dudo, pero a esa hora estaré en clase de piano o en la cafetería con mis tías.
—Bua, no será lo mismo sin ti —Emily se montó en la parte trasera del coche.
—Pero si vais todos los años sin mí.
—Y es un rollo.
—Gracias por la parte que me toca... —se quejó Alex.
Cassie se montó en el asiento del copiloto.
—No lo digo por ti, idiota. Estoy intentando convencer a Cass —dijo entre dientes—. Venga, anda, es la última vez que podremos ir, tienes que venir con nosotros, Cass.
—Déjalo, anda. No la vas a convencer —se resignó Alex—. ¿Te dejo entonces en tus clases de piano?
—Sí, porfi.
Alex arrancó el coche y en cuanto lo hizo, cambiaron de tema. Fueron comentando cómo les había ido en las clases que los tres no compartían. Incluso, hablaron acerca del nuevo profesor de Cálculo, el señor Vásquez, quien, aunque fuera algo serio, también parecía buen profesor.
Emily y Alex dejaron a Cassie junto al local de sus clases de piano y continuaron con su viaje a casa de la rubia.
Cassie tenía muchas ganas de ver a su profe, preguntarle por su verano y sobre todo sentarse en el piano. Sin embargo, cuando llegó a la puerta una extraña sensación, quizás un mal presentimiento, se colocó en su estómago. La señora Salgado siempre tenía la puerta cerrada, pues siempre decía que con el sonido del piano no escuchaba quién entraba. Para eso había puesto un timbre (que se oía desde la otra punta del país) y enterarse de quién iba a visitarla. Pero aquella vez, la puerta estaba abierta y no había rastro del timbre, tan solo la marca que este había dejado tras ser quitado de su posición habitual.
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Último curso en Westhill River
RomanceEl último curso de instituto parecía ser igual que los demás. Sin embargo, una charla con la orientadora hace que Tyler y Cassie se replanteen su futuro. Tyler Danforth es uno de los mejores jugadores del instituto, pero si quiere ir a una buena un...