Tyler salió de la clase y con toda la felicidad que le había provocado sacar esa nota, no dudó ni un instante a dónde quería ir. Tenía claro que se dirigiría hacia el teatro en busca de cierta joven que no había abandonado su mente ni un solo instante en todo el día. Con cautela y procurando que nadie lo descubriera llegó hasta la puerta del teatro. La abrió con cuidado, intentando no hacer ruido. No sabía si Cassie estaría sola o alguien más la acompañaba. La última vez que la había visto, se marchó acompañada de la señorita Williams y del idiota de Sanders, así que podrían estar cerca de ella. Entró sigiloso y se quedó de pie en una esquina, analizando la situación.
Cassie estaba sentada en el piano, concentrada entre todas las notas que salían de cada una de las teclas que acariciaba. Miró a su alrededor, por el escenario y por el patio de butacas, pero allí no parecía haber nadie más que ellos dos. Procurando no hacer ruido, se sentó en la primera butaca que encontró y dejó la mochila en el suelo. Intentó que ella no lo viera, pero no pudo evitar inclinarse y apoyar sus brazos sobre la butaca que tenía delante.
Una extraña sensación le embriagó todo su cuerpo al escuchar aquella melodía tan conocida para él. Pues su padre solía escuchar de fondo bastante música clásica y Claro de Luna de Debussy era la que más sonaba. Hacía bastante tiempo que no la había vuelto a escuchar y Cassie la tocaba con tanta dulzura que sintió cómo si volviera a tener siete años.
La miró embobado.
Sabía que ella tocaba el piano, pero aquello no era tocar, era acariciar el alma, era como un beso dulce y suave que no quieres que termine jamás, era como tocar el cielo con las manos, era simplemente perfecto. Tan perfecto como ella. Y si tenía alguna pequeña duda de lo que su corazón sentía por ella, en ese preciso momento, en el que todo su mundo se paró, se resolvió todo. Esa chica le había robado el sentido y la razón.
La melodía fue descendiendo poco a poco hasta que sonaron los últimos acordes, terminando aquella perfecta sonata. Y como su sentido y su razón se habían perdido por completo, sin pedir permiso, su cuerpo se levantó y sus manos empezaron a aplaudir.
Cassie, desde lo lejos, levantó la mirada hacia el fondo para descubrir quién se había atrevido a escucharla en la penumbra y, además, se había aventurado a aplaudirle. Y aunque no podía ver con claridad, ni distinguir aquellos aplausos, su corazón supo perfectamente que quien se hallaba al fondo del teatro, no era otro que Tyler Danforth.
—¿Se puede saber qué haces ahí? —dijo con una sonrisa en los labios. Se levantó de la banqueta y esperó a que él se acercara.
—Escucharte —dijo con descaro. Cogió su mochila del suelo y empezó a caminar por el pasillo—. Ya que tú no me enseñas cómo tocas el piano, he tenido que averiguarlo por mí mismo.
—¿Ocultándote como un delincuente?
—No me ha quedado más remedio. Además, no soy el que no ha ido a ninguna clase hoy.
—Tenía permiso, cosa que dudo que tú tengas ahora mismo —replicó sin dejar de sonreír.
Tyler se fue acercando más al escenario.
—Tenía algo más importante que hacer.
—¿Escucharme a escondidas?
—No. Decirte que el profesor Vásquez ha dado las notas del examen, aunque lo de escucharte también me parecía más importante.
—¿Y?
—¿Y? ¿Qué? —se hizo el remolón, sabiendo perfectamente a qué se refería. Se paró justo debajo del escenario.
—Oh, vamos. No te hagas de rogar —se bajó del escenario y se paró delante de él—. ¿Qué ha pasado?
—Que has sacado un noventa y tres.
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Último curso en Westhill River
RomanceEl último curso de instituto parecía ser igual que los demás. Sin embargo, una charla con la orientadora hace que Tyler y Cassie se replanteen su futuro. Tyler Danforth es uno de los mejores jugadores del instituto, pero si quiere ir a una buena un...