Capítulo 17: Algo más que un apellido

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Los cuatro se sentaron alrededor de la isla de la cocina y empezaron a cenar aquellas pizzas que Anna había comprado en la pizzería más famosa de todo Westhill River: Mancini's. Grace empezó a sacar conversación hablando sobre las clases particulares y sobre el instituto.

Tyler se sentía cómodo hablando con ellas, parecían muy simpáticas y entendía perfectamente que Cassie viviera feliz al lado de ellas, incluso aun cuando le faltaran sus padres. Por una vez en su vida, nadie sacó el tema de que su padre era un importante empresario hotelero o que se habían alojado en alguno de sus hoteles. Allí solo parecía ser Tyler, sin apellido.

—¿Así que eres jugador de fútbol?

—Sí, el equipo es muy importante para mí.

—Son muy buenos —mencionó Cassie dejando el borde del trozo de pizza que acababa de comer. Tyler la miró algo asombrado. ¿Aquello había sido un halago hacia él?

—Bueno, hemos ganado bastantes partidos.

—Josh Turner es el entrenador, ¿verdad? —preguntó Anna. Tyler asintió.

—¿Lo conoces?

—Sí, un poco.

Cassie y Grace se miraron y como un acto reflejo sonrieron. Tyler las miró sin entender muy bien qué pasaba, pero tenía bastante claro que tenía relación con el entrenador Turner.

—Gracias a él ganamos tantos partidos.

—Sí, es muy bueno en su trabajo —comentó Anna, quien si pudiera se tiraría toda la noche hablando de su enamorado.

—Bueno, Tyler, ¿ya sabes qué vas a estudiar el año que viene? —Grace cambió de tema. Tyler miró a Cassie.

—Está pensándolo, ¿verdad? —Tyler asintió—. Ya sabéis que es algo complicado elegir una buena universidad.

—Cassie, está dudando en ir a Juilliard, ¿a qué debería solicitar la plaza? —le preguntó Grace. La joven miró a su tía, ¿qué hacía?

—Sí, ya se lo he dicho yo. Debería ir a Juilliard.

—Oh, ¿sí? Con lo excepcional que es con el piano, estoy convencida de que la cogerían en el mismo instante en el que la vieran. ¿Has escuchado alguna pieza suya?

—No, no he tenido ese placer todavía.

—Cass, ¿por qué no coges el teclado y tocas algo?

—Creo que es algo tarde, tía Grace —mencionó Cassie.

Una cosa era que hubieran invitado a Danforth a cenar y otra muy distinta es que hiciera un recital de piano para él.

—Cierto —intervino Tyler, quien se dio cuenta de que Cassie no estaba muy dispuesta a tocar el piano delante de él. Aunque, siendo sincero consigo mismo, le hubiera encantado ver la famosa magnífica destreza que tenía Cassie con aquel instrumento—. Debería irme a casa.

—Sí, no queremos meterte en ningún problema con tu padre —los cuatro se levantaron de las banquetas y caminaron hasta el sofá, en donde Tyler tenía todas sus cosas.

—¿Quieres que te acerquemos a casa?

—No os preocupéis. Hemos venido en coche.

—¿En coche? —preguntaron las dos tías unísono y miraron a Cassie. ¿Habían escuchado bien?

—¿Habéis venido los dos en su coche? —preguntó de nuevo Grace.

—Sí —contestó Tyler.

—De hecho, mi bici está en el insti.

Anna y Grace no salían de su asombro y ambas intuyeron que entre ambos debía haber demasiada confianza para que Cassie hubiera subido en su coche.

—Muchas gracias por la cena, lo he pasado muy bien.

—Igualmente. Puedes volver cuando quieras.

—Gracias.

Anna le dio un codazo a Cassie para que se fuera con él y lo acompañara hasta su coche.

—Te acompaño afuera —dijo la joven.

—¡Hasta otra, Tyler!

Ambos salieron de casa de Cassie y, tanto Anna como Grace, corrieron hasta la ventana para espiar a los dos jóvenes.

—Perdona a mis tías, espero que no te hayas sentido obligado a quedarte. A veces son un poco intensas —se disculpó Cassie bajando las escaleras del porche.

—Oh, no. Lo he pasado muy bien. Son muy divertidas. Tienes mucha suerte de tenerlas.

—Lo sé. Siempre se portan muy bien conmigo.

—¿Puedo preguntarte algo? —Cassie asintió, algo temerosa—. ¿Hay algo entre tu tía Anna y el entrenador Turner o me lo he imaginado?

—Algo hay o eso creo. Yo tampoco tengo muy claro qué tienen —rio Cassie.

—Vale, pensaba que me estaba volviendo loco.

—No. Yo también flipé un poco cuando me enteré.

—No me extraña. Bueno, Miller supongo que nos vemos mañana por los pasillos —Cassie asintió.

—Danforth, yo... —comenzó a decir la morena—, creo que después de haber cenado en mi casa y haberte presentado a mis tías, puedes llamarme Cassie, si quieres claro.

—Me parece bien.

—Es muy raro que me llames Miller, todo el mundo me llama Cassie.

—Yo no puedo decir lo mismo, porque todo el mundo me llama por mi apellido, pero me gusta más que me llamen Tyler.

—Perfecto, pues Tyler, entonces.

—Genial, Cassie. Por cierto, ¿puedo pedirte tu número de móvil?
—Cassie lo miró atenta—. Así puedes avisarme si cierran la biblioteca y no tienes que esperarme en el pasillo —clarificó.

Cassie sonrió. Aquella había sido una muy buena excusa para pedirle su teléfono.

—Claro, me parece buena idea. Apunta.

Tyler sacó el móvil del bolsillo y apuntó los dígitos que Cassie le fue dictando. Por último, la guardó en su agenda como "Cassie" en lugar de "Miller".

—Bueno, creo que debería irme o mi padre me matará si tardo más en llegar.

—Sí, y tienes que solucionar el último ejercicio que te puse.

—Cierto. Aunque tú también deberías encontrar la solución.

—Lo haré. El lunes pienso ir a nuestra clase con la respuesta.

—Eso si no la encuentro yo antes.

—¿Me estás retando, Dan... Tyler? —rectificó. Tendría que acostumbrarse a llamarlo así.

—Puede...

Los dos se echaron a reír. Justo cuando sus risas cesaron, ambos se quedaron callados en aquella calle que se encontraba en completo silencio. Se miraron a los ojos y en el estómago de ambos se removió algo que estaban seguros que no era la pizza que habían cenado.

—Bueno, nos vemos mañana.

—Sí, claro. Hasta mañana, Cassie.

—Adiós, Tyler.

Último curso en Westhill RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora