—¿Quieres que descansemos o seguimos con las piezas que tienes que tocar? —le preguntó Tyler una vez dieron por buena la última toma de su vídeo de presentación.
—Prefiero seguir.
Si paraba, sus nervios la consumirían por completo y no sería capaz ni de tocar un Do sostenido correctamente.
—Vale, pues antes de empezar, apunta aquí las piezas que vas a tocar para poder rotularlas en el vídeo —Tyler cogió el cuaderno y se lo extendió a la joven.
—Sí, claro.
Cassie comenzó a escribir los títulos y los compositores de las melodías que iba a tocar. Tyler la observaba con cuidado, mientras que leía cada palabra que escribía. No conocía ninguna de las piezas, pero Tyler se fijó en su perfecta caligrafía.
—Veo que te gusta Chopin —Cassie levantó la mirada—. Lo has puesto varias veces.
—Sí, bueno, no es mi favorito, pero tiene piezas muy buenas. Toma —le extendió el cuaderno.
—Pues espero que toques alguna de tus piezas favoritas —dijo incorporándose.
—Claro, después te deleitaré con las mejores obras.
—Bien, pues déjame comprobar que no se haya movido la cámara y que el ángulo esté perfecto.
Tyler se colocó detrás de la cámara y volvió a cerciorarse de que todo estaba perfecto. Volvió a la galería de la cámara para comprobar que los vídeos de presentación seguían en su sitio. Tras asentirse a sí mismo, enfocó la cámara y se aseguró que se veía perfectamente a Cassie y sobre todo sus manos.
—Vale. Ya sabes que podemos grabarlo todas las veces que sean necesarias, ¿vale? —Cassie asintió—. ¿Lista? —le preguntó. Cassie volvió a asentir y Tyler pulsó el botón de grabar.
Cogió aire y observó todas las teclas del piano, como si nunca antes las hubiera visto y necesitara ubicarlas todas. No podía equivocarse. Era cierto que, si lo hacía, Tyler pararía de grabar y volvería a empezar de nuevo, pero, si quería tener una mínima oportunidad de entrar en Juilliard, no podía permitirse ningún fallo. Colocó sus manos en el piano y empezó a tocar la primera melodía.
Tyler se sorprendió al ver lo rápido que se movían sus manos sobre las teclas. Era hipnótico verla. No solo la velocidad a la que tocaba, si no verla a ella era un completo espectáculo. Estaba allí, sí, delante de sus ojos, pero no estaba presente. Cassie estaba perdida en su mundo, metida en uno nuevo, uno en el que sólo estaba ella y aquellas ochenta y ocho teclas, olvidando que el mundo que tenía a su alrededor seguía girando.
Lo mismo ocurrió con la segunda y tercera pieza que debía tocar. Cassie, tan solo se permitió unos segundos de pausa entre unas y otras, sólo para que sus manos descansaran, porque no podía perder el mundo en el que estaba metida si quería que aquello saliera a la perfección. Y Tyler continuó aún más asombrado. No podía creer que la joven que tenía ante sus ojos fuera un completo genio. Aquello no era tocar, aquello era magia. Aquel sonido era capaz de transportarlo a otro mundo, uno en el que ella había sido capaz de que se olvidara de todos sus problemas por unos minutos.
Cuando tocó la última nota, el silencio los invadió.
Un silencio que ninguno de los dos quiso romper. Era como ese momento en el que acaba el concierto de tu banda favorita y sabes que lo que acabas de vivir ha sido algo tan mágico que no quieres que nadie te estropee ese instante. Cassie se quedó parada con las manos sobre el piano y la mirada aún perdida, mientras que Tyler parecía inmóvil mirándola a ella como si aquella fuera la primera vez que la veía.
ESTÁS LEYENDO
Último curso en Westhill River
RomanceEl último curso de instituto parecía ser igual que los demás. Sin embargo, una charla con la orientadora hace que Tyler y Cassie se replanteen su futuro. Tyler Danforth es uno de los mejores jugadores del instituto, pero si quiere ir a una buena un...