—Aquí tenéis. Un sándwich de pollo y una hamburguesa doble —Cassie colocó los dos platos sobre la mesa de aquella pareja.
—Muchas gracias.
Se dio la vuelta y se fue a acercar a la barra, pero un chico un curso por debajo de ella, levantó la mano para que se acercara.
—¿Me pones un batido de chocolate y unas tortitas?
—Claro que sí —a pesar de que le pareciera raro que a esa hora de la tarde (casi noche) pidiera aquello, tomó nota y se alejó de la mesa—. Tía Grace, la mesa seis quiere tortitas.
—Marchando —respondió. Cassie se colocó tras la barra y empezó a preparar el batido de chocolate.
—Oye, no me has dicho qué tal te han ido hoy las clases —dijo Grace entre el hueco que había entre la cocina y la barra de la cafetería.
—Meh. He ido a las pruebas de la banda del instituto.
—¿Y?
—Pues podría entrar, pero solo tocaría el piano en algunos actos... Así que creo que voy a descartarla —confesó, metiendo el vaso en la batidora.
—No deberías descartar nada.
—¿Y qué hago? ¿Aprender otro instrumento?
—No, claro que no. ¿Hay alguna otra extraescolar que te convenza? —se acercó a ella y dejó que la sartén cocinara un poco la masa de las tortitas.
—Mañana iré a las pruebas del coro.
—¿Vas a cantar?
—No, pero, quizás necesiten a alguien que toque el piano en sus actuaciones.
—Pues cantas muy bien, estoy segura de que si te escucharan te cogerían. Pero es cierto que el piano es lo tuyo, así que, seguro que en cuanto te oigan tocar, te cogen —Grace volvió al interior de la cocina para seguir haciendo las tortitas.
—Espero que sí. La semana que viene ya empiezan las extraescolares de manera oficial, así que tengo que entrar en alguna antes.
—Estoy segura de que vas a entrar en alguna.
—Grace, la mesa nueve quiere una hamburguesa de queso y un perrito caliente —dijo Anna acercándose a ellas.
—Ahora mismo la hago.
—¿Estáis hablando de las extraescolares? ¿Has entrado en la banda?
Anna se apoyó en la barra y miró a Cassie, quien se estaba limpiando las manos en su delantal de cintura.
—No me convence —colocó el vaso sobre la bandeja.
—¿Y has pensado en apuntarte al club de mates? Eres muy buena con los números —dijo Grace—. Toma, las tortitas —le extendió el plato. Cassie se encogió de hombros y colocó el plato en la bandeja.
—Voy a llevar esto al chico de la mesa seis.
Salió de detrás de la barra y caminó junto a sus pensamientos. No era la primera vez que pensaba en el club de mates, pero, aunque se le dieran muy bien, iba a intentar agotar todos los cartuchos posibles antes de caer en aquel club tan aburrido y lleno de números.
En cuanto salió de la prueba para el coro del instituto, salió corriendo derecha hacia las puertas del gimnasio para esperar a Emily. Esperaba que, con suerte, la rubia todavía no hubiera terminado y, sobre todo, que las hermanas V no se la hubieran comido. A lo lejos, divisó a Alex, sentado en el suelo mientras miraba el móvil. Llegaba a tiempo. A medida que se fue acercando, escuchó con mayor claridad la música que salía del interior del gimnasio. Era muy probable que Emily estuviera realizando su prueba en ese mismo instante.
—Eh, pensaba que los del coro te habían hecho un rito satánico
—bromeó Alex. Cassie se quitó la mochila y se sentó a su lado.—No, porque me han rechazado. No sabía rezar... —se burló.
—¡Ah! ¡¿Cómo osan a despreciarte?! —Alex se llevó la mano al pecho indignado.
—Pues porque no necesitan a ninguna pianista y me han dicho que, si no canto, que cerrara la puerta por fuera.
—¡Qué sinvergüenzas! No pienso ir a ningún recital suyo, ni, aunque cante Taylor Swift con ellos.
—Guau, eso es un gran sacrificio.
—Sí, puede que me haya pasado. Si va Taylor, claro que iré. Lo siento, Cass —puso la mano sobre el hombro de su amiga.
—Lo entiendo, yo también lo haría.
—¡Qué fuerte! —Cassie se echó a reír.
—Pero, ¿y tú qué? ¿Los de teatro te han dado ya un Oscar?
—¡Qué boba eres! Creo que ha ido bien. El lunes saldrán las listas oficiales.
—Seguro que entras.
—Bueno, no te he dicho que me han cogido para el anuario y pienso poner una foto gigante tuya.
—¡Ni se te ocurra! —los dos se echaron a reír—. Enhorabuena.
—Gracias, Cass. Tardan mucho, ¿no? —Cassie asintió—. ¿Y si tenemos que entrar a rescatarla?
—No, déjala. Debe conseguirlo por ella misma. Además, la música ha parado. Quizás están diciendo ya quién entra. Oye, ¿y cómo vas a hacer para compaginar tantas extraescolares? —preguntó Cassie, aún no sabía qué clase de malabares iba a hacer Alex ese año para poder asistir a tantas actividades.
—Pues el anuario son los viernes y debate es solo un par de veces al mes. Si me cogen en teatro, tendré que faltar esos dos días.
—Bueno, lo tienes mejor organizado que otros cursos —confesó sorprendida. Puede que aquel fuera el primer año que no viera a su amigo correr por los pasillos entre actividad y actividad.
—Sí, ¿verdad? Quizás debería apuntarme a alguna otra cosa.
—Ni se te ocurra —saltó Cassie. Alex no lo pudo evitar y se echó a reír.
—¡Ah! No hemos comentado que Danforth publicó la foto que nos hicimos con ellos en la feria.
—Emily me llamó chillando para contármelo. Para ella es la foto de su vida —dijo Cassie—. Creo que quiere enmarcarla y ponerla en su mesilla de noche para que sea lo último que vea cada noche.
—Nada menos que sale al lado de Scott.
—Todavía no sé cómo no se desmayó allí mismo —se echaron a reír.
—Es un acontecimiento único.
—Pues quitando la parte de Emily, tampoco lo veo para tanto —Alex levantó las cejas—. Danforth subió más fotos con otra gente.
—Pero, salimos en la primera. Eso va a quedarse ahí para la eternidad.
—¡Qué exageración!
De repente, las puertas del gimnasio se abrieron y varias chicas salieron. Alex y Cassie se levantaron con rapidez y buscaron a su amiga. Divisaron a una Emily bastante sonriente que se acercó a ellos.
—¡He entrado! —gritó lanzándose a los brazos de sus amigos.
—¡Aaaaah! ¡Enhorabuena!
—Te lo mereces.
—No me lo creo —dijo la rubia emocionada.
—Nos tienes que contar todos los detalles —dijo Alex.
—Sí, venga. Vámonos a Rosie's, que os invito —dijo Cassie.
—Querrás decir que nos invitan tus tías.
—Shhh —siseó sonriendo.
—Esto hay que celebrarlo.
—¿Nos podremos sentar en la mesa junto a la pared llena de rosas?
—preguntó Emily.Era su mesa favorita. Puede que la suya y la de todo el mundo que iba a Rosie's, pues aquella pared era extraordinariamente preciosa.
—Por supuesto.
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Último curso en Westhill River
RomanceEl último curso de instituto parecía ser igual que los demás. Sin embargo, una charla con la orientadora hace que Tyler y Cassie se replanteen su futuro. Tyler Danforth es uno de los mejores jugadores del instituto, pero si quiere ir a una buena un...