Epílogo

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—¿Seguro que llevas todo?

—Que sí, tía... —respondió Cassie mientras que bajaba las escaleras del porche de su casa.

—¿Has cogido la...?

—Seguro que sí. Venga, tía Grace, vamos a llegar tarde —se quejó.

Anna esperaba junto al coche con el maletero abierto, esperando que las dos llegaran hasta ella. Cassie cogió la maleta y la metió dentro del coche junto con el resto de cosas que ya había metido.

—¿Llevas los billetes, cielo? —Cassie asintió.

—¿Dónde está? —preguntó la joven refiriéndose a Grace.

—Yo qué sé.

De pronto, un descapotable rojo, se paró delante de su casa. Cassie y Anna se fijaron en quién era y Cassie no pudo evitar sonreír al ver a sus amigos.

—Menos mal que llegamos a tiempo —dijo Alex bajándose del coche—. Tu amiga es muy pesada.

—No tanto como tú.

Alex se acercó a Cassie y le dio un fuerte abrazo.

—No sé qué voy a hacer sin ti, querida.

—Ni yo sin ti, pero tienes que venir a verme.

—Y tú a nosotros.

—Además, en Navidad volvemos todos, ¿verdad? —intervino Emily.

—Claro que sí. En cuatro meses volvemos a Westhill River.

—Ven aquí, petarda —Emily y Cassie se abrazaron—. ¿A qué hora sale tu vuelo?

—En tres horas —dijo separándose de su amiga—. ¿El vuestro cuándo es?

—En dos días y todavía no he terminado la maleta —dijo Alex nervioso.

—Cassie me dijo que os vais a Harvard, ¿verdad? —intervino Anna en la conversación.

—Sí. ¡Qué ganas!

—Estoy segura de que os va a ir fenomenal.

—¿Se puede saber dónde se ha metido Grace? —dijo Cassie nerviosa mirando su reloj de pulsera—. ¡Vamos tía!

—Ya voy, ya voy.

Grace salió de casa y cerró la puerta con llave. Se acercó a Alex y a Emily y los saludó con un abrazo.

—Bueno, tenemos que irnos —anunció Cassie.

Emily y Alex volvieron a darle un fuerte abrazo, esta vez fue un abrazo de tres.

—Te queremos mucho.

—Y yo a vosotros. Nos veremos pronto, lo prometo.

—¿Quién conduce? —preguntó Grace.

—Pregúntale a tu sobrina.

—¡Conduzco yo! —intervino Cassie y se dirigió hacia el asiento del piloto.

—Todavía no puedo creer que Ty consiguiera quitarle el miedo a los coches —dijo Alex, mientras que veían cómo Cassie y sus tías se montaban en el coche.

—Y que la convenciera de sacarse el carnet.

—Lo que hace el amor...

—¡Y qué lo digas!

El coche arrancó y tras sacar el brazo por la ventana para despedirse de sus amigos por última vez, Cassie se alejó de la que había sido su casa durante cuatro años.

El recorrido en coche fue bastante tranquilo y triste. Se respiraba en el ambiente que Cassie se iría a vivir lejos y que la casa estaría bastante vacía sin sus aventuras y sus pasos por la casa. Sobre todo, la que más lo sentiría sería Grace. No porque la quisiera más que Anna, sino porque esta última, con sus novelas y viajes, notaría menos la ausencia de su sobrina.

Sin embargo, el camino no fue tan triste como la despedida en el aeropuerto.

Cuando llegaron, Tyler, su padre y su hermana ya estaban allí. Hablaban animadamente con Scott y Ryan, quiénes se iban a California, directos a Stanford.

—¡Hombre, Miller! —gritó Scott—. Ya pensábamos que nos íbamos sin despedirnos de ti.

—Eso es lo que te gustaría a ti.

Cassie se acercó a él y le dio un abrazo. Seguidamente, hizo lo mismo con Ryan.

—¿A qué hora sale vuestro vuelo?

—Eh... en breves.

—Lo que significa que tenemos que irnos ya.

—Bueno, Ty, ve a muchas fiestas y ven a vernos a la playita alguna vez.

—Lo haré.

Los tres se dieron un abrazo y en seguida, Scott y Ryan salieron corriendo para no perder su vuelo.

—¡Te queremos, cabrón! —gritaron los dos corriendo por el aeropuerto.

Tyler y Cassie no pudieron evitar echarse a reír.

—¿Estás nerviosa?

—Un poco —sonrió Cassie a Tyler.

—Todavía no puedo creer que te vayas y me dejes sola con papá —se lanzó Lottie a Tyler.

—No te vas a morir.

—Bueno, eso lo dices tú, Ty, que te vas.

—¡Qué exagerada eres, hija! —mencionó Richard, mientras que Anna y Grace reían.

—A ti también te voy a echar de menos —dijo acercándose a Cassie—. ¿A quién le voy a pintar ahora las uñas?

—Bueno, yo estoy todos los días en la cafetería y no me vendría mal que alguien me pinte las uñas —intervino Grace.

—¿Lo dices en serio? —Grace asintió—. Eso sería genial, gracias.

—¿Ves? Problema resuelto.

—Bueno, vosotros dos deberíais iros ya si no queréis perder el avión.

—Sí, ¿nos vamos? —Cassie asintió.

Ambos se despidieron de sus familias entre lágrimas y sollozos, pues sabían que hasta Navidad no se volverían a encontrar de nuevo.

Ninguno de los dos podía negar que se alejaron, de aquellas cuatro personas, con un nudo en la garganta. Tyler nunca se había alejado de su padre y su hermana tanto tiempo y Cassie, aunque había estado en Westhill River durante cuatro años, parecía que había estado toda una vida allí.

En aquel momento, los dos sabían que empezaba un nuevo capítulo de su vida, uno que debían hacer solos, uno que harían ellos dos juntos.

—¿Lista para Juilliard, Miller?

—¿Listo para Columbia, Danforth?

—Contigo, siempre.


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Y terminó.

Si has llegado hasta aquí y has leído toda la novela, simplemente, GRACIAS.

Espero que hayas disfrutado y te haya gustado esta historia a la he puesto tanto cariño.

No te olvides de dejar tu opinión para poder seguir mejorando y escribir nuevas historias.

De nuevo, MUCHAS GRACIAS ♥



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