Capítulo 35: Casiopea

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Las horas pasaron tan rápido que no se dieron cuenta de que era de noche hasta que salieron a la calle. ¿Cómo era posible que el tiempo corriera tan rápido cuando estaban juntos? Podían tirarse horas hablando y riendo sin darse cuenta de que las agujas del reloj corrían.

Caminaron hasta el instituto en busca de sus respectivos vehículos. Tyler acompañó a la joven hasta su bici para no dejarla sola. Un caballero no debía dejar sola a una dama en medio de la noche, ¿cierto? Se pararon justo al lado de la bici. Los dos sabían que se tenían que despedir, pero ambos también querían alargar aquel día todo lo que pudieran.

—Lo he pasado muy bien —comentó Tyler—. Otro día pienso darte una paliza.

—Sabes que no lo vas a conseguir —sonrió. Cassie miró hacia el cielo.

Era de noche, tan solo la luna iluminaba el cielo. Para cualquiera que no entendiera de Astronomía, habría dicho que era luna llena, sin embargo, gracias a su pasión por tener analizado el cielo cada noche, Cassie sabía que un pequeño mordisco impedía que la luna estuviera completa. Para eso quedaban un par de días.

—Bueno, supongo que nos vemos mañana —intervino Tyler.

—Espera, ¿te apetece ver algo impresionante?

El castaño se quedó un poco desubicado ante aquella proposición, pero al mismo tiempo tenía demasiada curiosidad.

—¿Sí? —preguntó dudoso.

—Venga, no te vayas a rajar ahora. Ven conmigo.

La joven lo sujetó del brazo y tiró un poco de él.

Se acercó a una de las puertas de emergencia del instituto y abrió con una tarjeta que llevaba en la mochila. Tyler la observaba con cuidado, sin saber muy bien qué pretendía, ni por qué se iban a colar por la noche en el instituto. A esas horas, no había nadie dentro, tan solo un par de guardias que vigilaban que nadie se colara en el interior. Incluso estaba tan oscuro que Cassie encendió la linterna de su móvil para poder ver las escaleras que subían hasta lo más alto del edificio.

—¿Le has cogido gustillo a eso saltarte las normas? —preguntó Tyler mientras subía las escaleras de emergencia tras ella. Cassie se echó a reír—. Sabes que si nos pillan se nos cae el pelo, ¿verdad?

Cassie se paró un par de escalones más arriba y se giró para mirar al castaño.

—¿No me digas que Tyler Danforth tiene miedo? —se encogió de hombros—. Los alumnos de Astronomía podemos venir aquí para hacer alguno de los trabajos que nos mandan —Tyler respiró—. Aunque para eso necesitamos el permiso del profesor —se dio la vuelta y continuó subiendo las escaleras.

—Y no sé por qué creo que no lo tenemos —Cassie negó con la cabeza.

—Sobre todo porque están todos en el observatorio Eagle Eye —le informó mientras seguía subiendo las escaleras.

—¿Y por qué no estás allí?

—Forma parte del castigo de mi tía. Aunque, me alegro de no haber ido.

Tyler sonrió ante aquel comentario. Sabía que parte de esa alegría era culpa suya y se sentía bastante bien ser responsable de la felicidad de alguien. Sobre todo, si ese alguien era ella.

Cassie se paró en el último escalón y colocó de nuevo la tarjeta sobre una placa electrónica. En cuanto la luz se puso de color verde, la puerta se desbloqueó y la morena empujó para abrirla. Tyler siguió sus pasos y salió al exterior. Estaban en la azotea del instituto. A su alrededor no había nada, ni siquiera una luz. Tan solo se encontraba un telescopio apoyado sobre el suelo, justo en medio de la azotea.

Último curso en Westhill RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora